jueves, 1 de noviembre de 2012

Villa Vailima, la casa de Robert Louis Stevenson


Villa Vailima, Isla Upolu, Samoa. Hoy he pasado la mañana en casa de Robert Louis Stevenson, el popular escritor escocés que tanto nos deleitó con su Isla del Tesoro o El Extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde. Gravemente enfermo de tuberculosis, Stevenson se instaló en Samoa confiando en que este clima resultaría más saludable para su enfermedad. La verdad es que murió 4 años después de su llegada, y que probablemente el calor y la humedad samoana no le hicieron ningún bien.

Aquí, a 4 km de Apia, Stevenson compró un terreno y erigió su mansión, Villa Vailima, donde convivió con su madre, su mujer Fanny y los hijos y nietos de ésta. A juzgar por las fotos y relatos que han llegado hasta nuestros días, el clan no parecía demasiado feliz en Vailima, siempre envuelto en peleas y enfermedades, en enfados y reconciliaciones.

Su cuerpo yace en la cima del vecino monte Vaea, donde él quiso que lo enterraran "con las botas puestas". En su tumba figura grabado el nombre Tusitala, que le dieron los samoanos a los que amaba profundamente, y que significa "el contador de historias". Su epitafio reza:


Under the wide and starry sky,
Dig the grave and let me lie.
Glad did I live and gladly die.
And I laid me down with a will.
This be the verse you grave for me:
Here he lies where he longed to be;
Home is the sailor, home from sea,
And the hunter home from the hill.


Bajo el inmenso y estrellado cielo,
cavad mi losa y dejadme yacer.
Alegre he vivido y alegre muero.
Pero al yacer quiero haceros un ruego.
Que pongáis sobre mi tumba este verso:
Aquí yace donde quiso yacer:
De vuelta del mar está el marinero,
de vuelta del monte está el cazador"




Estas fueron las habitaciones de su casa, Villa Vailima, hoy convertida en museo. La verdad, no vivían nada mal.







Y estas son las vistas exteriores:


Pero hoy no quiero hablaros del talento de Stevenson y de la genialidad de sus libros y poesías, sino de otra historia: la que escribió en 2004 Alex Capus sobre la época de Stevenson en Samoa y sobre la supuesta razón por la que vino a vivir aquí. 

Capus, en su libro La otra isla sostiene que Stevenson se instaló en Samoa no para mejorar su salud, no por el encanto del paisaje, no por la bondad de su clima, sino por otro motivo mucho más terrenal: la búsqueda del desaparecido tesoro de Lima, que según él creía, se hallaba enterrado en la vecina isla de Tafahi (antiguamente conocida como Cocos Eylandt), un volcán cónico a 267 km al sur de Upolu y hoy territorio de Tonga.

Siempre se ha creído que el famoso tesoro de Lima, rescatado por el capitán Thompson en el Mary Dear en 1820, acabó enterrado en la isla de Coco, un islote entre Panamá y las Galápagos. Nunca se encontró, a pesar de que la isla ha sido socavada de arriba a abajo en numerosas ocasiones.

Stevenson podría un día haber caído en la cuenta de que existía una segunda isla también con el nombre de Coco mucho más al oeste que la primera. Se trataba de la citada Tafahi, al sur de Upolu. Allí estaría el famoso tesoro enterrado y no en la otra Isla de Coco. ¡Eureka! Resultaba obvio y no se le había ocurrido a nadie, solo a él. ¡Generaciones y generaciones habían estado intentando desenterrar el tesoro de Lima en la isla equivocada! Esta sí era su verdadera Isla del Tesoro. Así que se afincó con su clan en Apia con el objetivo de encontrar el valioso tesoro. Villa Vailima sería su centro de operaciones.

Resulta extraño y misterioso que todo un Stevenson, que había escrito ampliamente sobre multitud de islas del Pacífico y que viajaba continuamente por él en busca de nuevas tierras, nunca dedicara una sola palabra a la isla que le quedaba más cerca, la isla de Tafahi. Es prácticamente seguro que la visitó, y no una vez sino muchas, en busca del tesoro. ¡Claro: no le interesaba levantar la liebre!


En esa época, los nativos de Tafahi repetidamente dijeron haber visto llegar un barco procedente del norte (Upolu) con "truenos y relámpagos". Según Capus, se trataba de Stevenson y su clan que acudían a la isla en barco equipados con fuegos artificiales y un gramófono a todo trapo para hacer creer a los nativos que era el dios pez Fatuulu que venía del océano. De ese modo los asustaban y podían picar a sus anchas en la playa del sur de Tahafi.

Presuntamente, el clan Stevenson habría dado con el tesoro y se lo habría traído a casa en porciones, en varios viajes. Más tarde, habrían llevado y vendido clandestinamente los lingotes de oro y las joyas a Nueva Zelanda, Australia, Fiyi o Hawai, durante los numerosos y sospechosos viajes que se sabe la familia realizó a estas tierras durante esos 4 años.

Al morir Louis, su familia regresó a Norteamérica y los supervivientes vivieron a todo trapo. Louis no había vendido tantos libros como para dejar una herencia de este calibre. ¿De dónde había salido entonces toda esta fortuna? 

La respuesta quizás se encuentre para siempre guardada en las playas desiertas de Tafahi, la otra Isla del Tesoro.

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