Cosmoledo, Aldabra Group, Seychelles
A unas 80 millas náuticas al este de Aldabra se encuentra el atolón de Cosmoledo, de naturaleza coralina y con una extensión total (contando el lagoon) de 145 km2, pero con tan solo 5 km2 de tierra firme. No es de extrañar, pues, que aquí no viva nadie. Existía una estación pesquera y tortuguera hasta 1992, pero fue abandonada posteriormente. Su interés es principalmente ornitológico pues concentra las colonias reproductoras más numerosas de las 3 especies de piqueros (alcatraces) del país. La de piquero patirrojo es incluso la mayor de todo el Océano Indico, con 15.000 parejas reproductoras.
El MS Island Sky fondea en la parte sur, frente a la grande passe. Hoy no habrá grandes caminatas, porque, sencillamente, casi no hay tierra firme, pero sí hacemos un buen tour en zodiac por el interior del lagoon para contemplar de cerca las aves, abundantísimas en esta isla deshabitada.
Esos son los tres piqueros: el piquero patirrojo, el más abundante:
El piquero enmascarado:
Y el piquero pardo, el más raro en esta isla.
También abundan los rabihorcados (fragatas) pero muy pocas parejas se reproducen aquí y lo hacen en Aldabra (es como si cada especie tuviera su isla):
Durante el trayecto en zodiac, vamos parando y observando con calma todo lo que se mueve. Encima nuestro sobrevuela una nube perenne de piqueros y otros bichos. De repente aparecen unas garzas dimórficas entre el coral petrificado, una con trazos de blanco y la otra oscura. En esta especie se dan individuos 100% blancos, 100% oscuros, y aves con ambos rasgos a la vez. Eso sí, todos comparten unos vistosos pies amarillos:
Como en cualquier otro lugar tropical, no podían faltar las tiñosas (noddies), primas de nuestros charranes:
Al cabo de un buen rato, sale el sol y paramos en una playuela, rodeados de nidos de piqueros y charranes. No se espantan; claro, probablemente no han visto nunca un ser humano. Qué ilusos: si supieran lo malos que podemos llegar a ser...
La visita a la isla dura media mañana, aprovechando la marea alta. Pero como siempre, hemos de regresar al barco antes de lo que nos gustaría porque la marea comienza a bajar y no queremos quedarnos atrapados de nuevo. Qué pena porque el lugar, con los nubarrones de fondo, las miles de aves, y la idea de estar tan apartados de todo, tiene mucho encanto.
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