Desde el pueblo de Sant Ferrán y siguiendo la carretera en dirección Este, atravesamos la zona angosta de la isla dejando a un lado la pintoresca aldea de Es Caló, frente a la Playa de Tramuntana:
A partir de allí comenzamos a subir la cuesta de La Mola. En uno de los revuelos de la carretera conviene pararse y contemplar la fantástica vista que desde allí se divisa de toda la isla, con el majestuoso peñasco de Es Vedrà de telón de fondo.
De nuevo en la carretera alcanzamos la planicie y se acaban las curvas. Llegamos al pueblo de El Pilar de la Mola donde los miércoles y domingos hay un mercadillo hippie en el que los habitantes de la isla "importados" de todo el mundo cantan, venden su artesanía, o simplemente se encuentran para charlar un rato.
Siguiendo hasta el final de la carretera nos topamos con el faro de la Mola, que data de 1861. Rodearlo a pie es algo no apto para los que tienen vértigo, pero vale la pena intentarlo.
En el acantilado que rodea el faro anida el único endemismo de la avifauna balear: la pardela balear, o virot petit (Puffinus mauretanicus). Veinte años atrás la pardela balear tenía un rango taxonómico inferior: se la clasificaba como subespecie de la pardela mediterránea (Puffinus yelkuan). Pero estudios más recientes (yo añadiría que algo sesgados y contaminados por cierta presión política) llevaron a considerarla como especie per se. Sí..."presión política": resulta que elevarla al rango de especie la colocaba directamente como "única ave endémica de las Baleares", lo cual conduciría a obtener ayudas medioambientales, fomentaría el turismo birdwatcher, etc...
Una vez considerada "especie" pasó directamente a ser "especie en peligro crítico de extinción" pues la población de parejas nidificantes pareció ser alarmantemente baja (2.000 parejas) valiéndole el título de "ave marina más amenazada de Europa".
A partir de allí comenzamos a subir la cuesta de La Mola. En uno de los revuelos de la carretera conviene pararse y contemplar la fantástica vista que desde allí se divisa de toda la isla, con el majestuoso peñasco de Es Vedrà de telón de fondo.
De nuevo en la carretera alcanzamos la planicie y se acaban las curvas. Llegamos al pueblo de El Pilar de la Mola donde los miércoles y domingos hay un mercadillo hippie en el que los habitantes de la isla "importados" de todo el mundo cantan, venden su artesanía, o simplemente se encuentran para charlar un rato.
Siguiendo hasta el final de la carretera nos topamos con el faro de la Mola, que data de 1861. Rodearlo a pie es algo no apto para los que tienen vértigo, pero vale la pena intentarlo.
En el acantilado que rodea el faro anida el único endemismo de la avifauna balear: la pardela balear, o virot petit (Puffinus mauretanicus). Veinte años atrás la pardela balear tenía un rango taxonómico inferior: se la clasificaba como subespecie de la pardela mediterránea (Puffinus yelkuan). Pero estudios más recientes (yo añadiría que algo sesgados y contaminados por cierta presión política) llevaron a considerarla como especie per se. Sí..."presión política": resulta que elevarla al rango de especie la colocaba directamente como "única ave endémica de las Baleares", lo cual conduciría a obtener ayudas medioambientales, fomentaría el turismo birdwatcher, etc...
Una vez considerada "especie" pasó directamente a ser "especie en peligro crítico de extinción" pues la población de parejas nidificantes pareció ser alarmantemente baja (2.000 parejas) valiéndole el título de "ave marina más amenazada de Europa".
De nuevo fueron resultados dudosos: un estudio reciente ha demostrado que la población total de pardela balear asciende como mínimo a 25.000 aves. Resulta que los recuentos migracionales realizados desde Gibraltar y los de las parejas reproductoras en las Baleares no coincidían, por lo que se cree que hay muchos más nidos de los que se tienen controlados. Si os interesa ver esos resultados de primera mano pinchad aquí.
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