Mindelo, São Vicente, Cabo Verde
Hoy he quedado con Augusto para dar la vuelta a la isla en su taxi. Conozco a Augusto desde hace 5 años con lo que ya está familiarizado con mis "manías fotográficas", así que la tarde transcurre plácidamente, con música criolla en la radio, charlando de la vida y parando en los puntos más emblemáticos.
Primeramente visitamos la playa de Laguinha en Mindelo, que recientemente ha sido ampliada al doble de su tamaño con más arena, un hecho que ha causado mucha polémica entre la población local.
Seguidamente tomamos la carretera del interior dirección Calhau. Hoy es día de "bruma seca", con lo que el ambiente está empapado de una luz grisosa causada por el viento seco y arenoso procedente del Sahara.
El pueblo de Calhau, situado al este de la isla junto a un pequeño volcán extinto, parece perdido en el fin del mundo. La bruma seca contribuye en darle un aire aún más misterioso.
Un águila pescadora hace acto de presencia y se coloca encima nuestro, oteando, tan cerca de nosotros que no doy crédito a lo que estoy viendo (con lo que cuesta verlas en España!). Un poco más allá, hay una casa destartalada con una familia. El niño, de nombre Neymar, me mira con cara de enfadado, probablemente extrañado de nuestra visita y de que le haga una foto.
Pasado el pueblo, llegamos a Bahía das Gatas, un enclave emblemático de la isla donde en verano tiene lugar un famoso festival musical durante tres días. Ahora no hay ni un alma.
La vuelta acaba en el pueblo de Salamansa. Su playa está desierta.
En el pueblo, un corro de niños me persigue para que les haga fotos y les compre dulces. En esto, aparece un ángel, con su caja de pastelitos y una sonrisa de lado a lado que me rompe el corazón. Un bonito recuerdo de fin de día.
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