Lo que más destaca son los himenés, cantos a capella, a grito pelado y con las venas marcadas en el cuello, normalmente a cuatro voces y de una gran armonía. Lo hacen en grupos distribuidos estratégicamente dentro del templo. Cada uno tiene su turno. La voz dominante es la femenina, mientras que los hombres marcan el ritmo con su tono grave.
Las mujeres y los hombres se sientan en bancos diferentes. Ellas acuden con sus gorros más vistosos, y ellos se visten con corbata y americana, que combinadas con las playeras les da un aspecto realmente curioso.
Las mujeres y los hombres se sientan en bancos diferentes. Ellas acuden con sus gorros más vistosos, y ellos se visten con corbata y americana, que combinadas con las playeras les da un aspecto realmente curioso.
Durante el oficio, en este caso protestante, se suceden diversos discursos en tahitiano. Yo no entiendo nada, pero el orador debe de explicar anécdotas muy graciosas porque aquí dentro no paran de reírse. A la salida, el pastor y su familia esperan fuera para dar un beso a todos y cada uno de los feligreses. ¡Así da gusto!
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