miércoles, 2 de marzo de 2016

Aldabra bajo el agua



Aldabra, Seychelles

Después de comer en la terraza del MS Island Sky, esperamos a que suba la marea para poder entrar de nuevo en el lagoon de Aldabra. Tal como refleja la foto de arriba, parece como si el océano se hubiera hundido durante la marea baja.

El equipo de jóvenes voluntarios seychellianos que cuidan de la isla y de la estación científica ha subido a bordo para disfrutar de una buena comida. Seguramente hace meses que no comían tan bien y tan variado. Se les ve felices. Les acompaña Guy:



Por la tarde, de nuevo acción: primero snorkel y luego paseo en zodiac por el interior del lagoon.  Me perdonaréis pero no he traído una cámara acuática así que solo puedo mostraros las fotos de la fotógrafa Sue. De todos modos, la claridad del agua tampoco era para tirar cohetes:










Al acabar, las zodiacs se dirigen al barco para organizar el paseo por el interior del lagoon. Yo estoy en la zodiac de Guy y le pregunto si me puedo quedar, puesto que voy a hacer el paseo con lo puesto. Me dice que bien sûr. El resto de pasajeros sí son devueltos al barco.




La cuestión es que no pasan ni 5 minutos que se produce un cambio drástico y repentino de las condiciones climáticas: se levanta un fuerte viento y cae un aguacero de aquellos que hacen historia. Soy el único pasajero en una zodiac (el resto está en el barco) y creo que a los guías, por motivos de seguridad, eso no les hace ninguna gracia. Pero mi sonrisa de oreja a oreja y cara de felicidad por pasar por esta aventura parece calmarles. Llueve como pocas veces he visto llover. Las gotas de agua rebotan en la superficie del agua y crean una bellísima capa difusa. La cara del marine y una de las guías lo dice todo.



La lluvia amaina al cabo de 10 minutos, pero el mar se ha puesto muy bravo y las zodiacs no pueden arrimarse al barco para el traslado. Oigo las conversaciones por radio entre la zodiac y el capitán, que ordena colocar a todos en una sola. El marine toma el mando y solicita que pongan las defensas para subir a bordo. El capitán dice que el mar está demasiado revuelto para ponerlas: permiso denegado. "We have a passenger, we have a passenger!" advierte el marine, pero ni así. En este momento (y solo en este) se me pasa por la cabeza que quizás estemos en situación de riesgo. Los pasajeros miran nerviosos el episodio desde los decks del MS Island Sky.

Nos acercamos a la popa del barco, que sube y baja como un ascensor con respecto al nivel de la zodiac. Imposible el trasvase. El marine lo intenta de nuevo. Aumenta la tensión. Nada. Hasta 5 veces lo intenta, y finalmente, en una de las veces, "pasadas las tres marías", hay un corto lapso de calma en el vaivén y saltamos rápidamente a bordo del barco. Primero yo (el passenger) y luego los guías. Seguidamente acuden los guías restantes, empapados en sus respectivas zodiacs. Ufff, salvados.


Por un lado asunto resuelto, pero quedan todavía los voluntarios seychellianos: ¡hay que devolverlos a la estación! De nuevo es nuestro héroe, Guy, el encargado de llevarlos a tierra. Contemplo la operación y me percato, una vez más, del poder del mar y del respeto que le debemos. 

Esa noche recibí multitud de comentarios por parte de mis colegas.

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