viernes, 11 de septiembre de 2015

El Red Tsingy de Madagascar



Ankarana, Madagascar

La carretera principal que comunica Diego Suárez con la capital es un auténtico desastre. No solo está plagada de agujeros sino que el deterioro es tal que en algunos tramos solo queda un pasillo central asfaltado, de no más de un metro de ancho. Nuestra velocidad media es de unos 20-30 km/h. Las distancias son largas y el tiempo eterno.



Por fin llegamos a Joffreville, a la entrada del Parque Nacional de Amber Mountain. Allí nos instalamos en el Nature Lodge, rodeado de vegetación y frente a un barranco. A lo lejos, la gran bahía de Diego Suárez, tan cercana a la vista pero tan distante en coche.



Al día siguiente visitamos el Parque Nacional de Montaña d'Ambre, una extensión de 18.000 hectáreas de selva lluviosa de montaña, con una altura máxima de 1.500 m. Mis colegas recorren un circuito a pie, bajo la lluvia, y yo me acerco a una de sus famosas cascadas:



A su regreso me comunican que han visto una pareja de Roqueros de Lavauden. Excitado pregunto ¿dónde, dónde?. Allí, a la vuelta de la esquina -me contesta el guía. Voy corriendo y miro, y miro, y miro, y requetemiro... pero la pareja se ha esfumado. No me lo acabo de creer. No es posible; era mi única oportunidad de avistar este ave cuyo hábitat en nuestro planeta se limita a este parque, y ellos, sin buscarla, la han visto, y yo no. Ese día me queda un mal humor de fondo todo el día.

La visita se acaba y volvemos a nuestros 4x4. Yo sigo mirando por la ventana, pero el roquero no se deja ver. Al cabo de un rato llegamos al Red Tsingy. Los tsingys son formaciones cársticas en las que la erosión ha moldeado formas que recuerdan a bosques de piedra. En el centro del país se encuentran los más conocidos, como el tsingy negro de Bemaraha, que no visitamos. En cambio, hoy nos encontramos en el denominado Red Tsingy, de color rojizo, cuyo origen se encuentra en la deforestación provocada por el hombre. Hace 50 años no existía nada de lo que hoy vemos aquí:





Improvisamos un pic-nic y descendemos hasta el sendero que transcurre por las espectaculares formaciones que parecen esculpidas por algún artista modernista. Del mismo modo que han aparecido en solo medio siglo, la erosión provocada por la lluvia y el viento las borrará del mapa en los próximos años. Así que ahí van esas fotos para la posteridad.







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