sábado, 23 de junio de 2012

Habana Vieja

La Habana, Cuba. Habana Vieja es uno de los lugares más bellos del Nuevo Mundo. Y no debo ser el único que lo piensa, pues desde 1982 es Patrimo-nio Mundial de la Unesco. Pasearse por esta parte de la ciudad admirando los edificios coloniales, los fuertes, las fachadas de colores descoloridos, la Catedral de San Cristóbal, la Plaza de Armas, Plaza Vieja, Plaza de San Francisco, el malecón, todo ello al son de las conversaciones de sus gentes, medio amargadas, medio felices, resulta una experiencia única e inolvidable.


La ciudad fue fundada en 1519, en una bahía bien protegida que servía de último puerto para los navíos españoles que regresaban a Europa. En 1607 se declaró capital de la isla. Azotada por los continuos asaltos de los piratas, su desarrollo fue lento. Se construyeron numerosas fortalezas y murallas hasta que en 1697 se logró acabar con la piratería.


Por fin la ciudad se pudo dedicar a su expansión económica basada en el comer-cio del ron, la caña de azúcar y el tabaco. Con el tiempo se fue forjando una burguesía criolla que vivía en palacios, dando lugar a la arquitectura barroca que hoy deleita nuestra vista. A finales del siglo XIX La Habana tenía un cuarto de millón de habitantes y el país se planteaba su independencia de España. Hoy viven aquí dos millones y medio de personas, la mayoría muy pobres. 

La Habana sufre un desgaste muy evidente al ojo del viajero: los edificios están que se caen, la pintura se desgarra de las paredes, el transporte público está saturado, la electricidad va cuando le apetece...pero toda esta desgracia no puede con el buen humor del habanero que te explica sus miserias como si te contase un chiste.

En Plaza Vieja, creada en 1559 con el antiguo nombre de Plaza Nueva, abundan los edificios coloniales con anchas columnas. Desde sus balcones forjados la aristocracia cubana contemplaba desde la venta de esclavos hasta corridas de toros.

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