jueves, 4 de julio de 2013

Explorando los alrededores de Corte: Restonica, Vizzavona y Asco


Gargantas del Restonica, Córcega. En éste, mi último día en Córcega, me adentro por el interior más profundo de la isla. Desde la ciudad de Corte parte una espectacular carretera de15 km, la D623, que transcurre entre gargantas y coníferas por el valle del Restonica. A medida que va ganando altitud, uno se olvida de que está en una isla del Mediterráneo y cree, más bien, que se ha adentrado en la Suiza más alpina.

La carretera llega hasta las Bergeries de Grotelle, a 1.375 m de altura. Desde allí parte un sendero que lleva, tras una hora de tortuoso camino, al lago de Melo, a 1.700 m. Desde la orilla del lago se disfruta de una bonita vista de las montañas circundantes y del valle. A la izquierda queda el monte Rotondo, que alcanza los 2.622 m de altura.

Otra bonita excursión es la que lleva al profundo bosque de Vizzabona, al suroeste de Corte.



Allí puede observarse, si se tiene mucha paciencia, la única ave endémica de Europa: el trepador corso (Sitta whiteheadi). No tengo ninguna foto mía del trepador corso, pero aquí os dejo una sacada de la red para que os hagáis una idea.
En esta parte de la isla abundan pueblos bucólicos como éste, Poggio di Venaco, cuya belleza se potencia aún más con la música de I Muvrini sonando en el coche.

Por último, al noroeste de Corte parte una carretera que atraviesa el valle del Asco por una de las zonas más aisladas de Córcega. La carretera que lo recorre asciende el serpenteante río hasta la cordillera más espectacular de la isla, dominada por la silueta de su pico más alto, el Monte Cinto, de 2.706 m de altura.

Y hasta aquí mi viaje por Córcega, esta maravillosa isla del Mediterráneo, rica en paisajes, música y tradiciones, y cuya visita os recomiendo encarecidamente. Una opción muy económica para llegar a ella en coche propio consiste en coger el ferry de Grimaldi Lines de Barcelona a Porto Torres (Cerdeña). Una vez allí, se recorren 100 km por la bonita costa norte de la isla italiana hasta 
Santa Teresa de Gallura, desde donde parte un segundo ferry (este mucho más pequeño y corto, de solo 1 h) hasta Bonifacio.

En este último trayecto, pero ya de vuelta a casa, me acompaña una gaviota que aprovecha la corriente ascendente del navío para traspasar, también ella, el estrecho de Bonifacio.

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