Papeete, Tahiti, Polinesia Francesa. Como si de un regalo de despedida se tratase, el vuelo de retorno a Papeete desde Raiatea me obsequia con una de las vistas que más me gustan de esta tierra: el atardecer en el aeropuerto, con los aviones a hélice de Air Tahiti en primer plano y los rayos de sol de fondo buscando su camino hasta tierra por entre las montañas de Moorea. Me quedo un rato en la pista, hipnotizado, alargando ese momento, como queriéndolo retener en mi retina, hasta que un empleado de la compañía me indica amablemente que me vaya.
Este es mi último atardecer antes de tomar el vuelo de retorno a España esta noche. En Papeete, unos amigos me han venido a buscar al aeropuerto y se quedan conmigo hasta la hora de embarcar. Nos vamos al centro. Las últimas luces iluminan la catedral. Cenamos un atún crudo en las roulottes de la plaza delante el muelle.
Sé que volveré, pero en esta ocasión algo me dice que pasará un cierto tiempo. ¿Por qué? No lo sé, intuición. Quizás la repuesta se halle al otro lado del horizonte...
Este es mi último atardecer antes de tomar el vuelo de retorno a España esta noche. En Papeete, unos amigos me han venido a buscar al aeropuerto y se quedan conmigo hasta la hora de embarcar. Nos vamos al centro. Las últimas luces iluminan la catedral. Cenamos un atún crudo en las roulottes de la plaza delante el muelle.
Sé que volveré, pero en esta ocasión algo me dice que pasará un cierto tiempo. ¿Por qué? No lo sé, intuición. Quizás la repuesta se halle al otro lado del horizonte...
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