Maupiti, Polinesia Francesa. Esta mañana me apunto con los canadienses a hacer un poco de snorkling por la passe, la única vía de acceso por mar a esta isla. Flanqueada por dos pequeños motus, la passe hierve de vida marítima gracias a las fuertes corrientes entre el océano y el lagon que aquí se generan.
Por desgracia, persisten los restos del mal tiempo de esos días y, aunque luce un sol de primera, sopla el viento y el lagon está turbio con lo que no podemos ver las mantarrayas del año pasado (bailando con mantarrayas). Nos vamos a otro lugar más resguardado. Desde allí la vista de la isla es espectacular.
Más tarde, al pasear por la isla y saludar a todos mis conocidos percibo que Maupiti no está igual que cuando la dejé: la veo triste. Los mayores están más mayores, y los jóvenes se han ido en busca de “actividad”. La juventud busca barullo; es normal, todos lo hemos buscado cuando éramos adolescentes. Y aquí, sencillamente, hay demasiada paz y tranquilidad para ellos. Ir a Bora Bora, Raiatea o Papeete es, sin duda, una alternativa mucho más atractiva.
Además la crisis también aquí ha hecho mella: hace unos meses el nuevo alcalde sometió a votación popular hacer reformas en edificios públicos u organizar el Heiva 2012. La gente votó lo primero, con lo que este año no hay Heiva. Los bailes, los concursos, la vida social en las baraques, todo eso que tanta vida daba a la isla hasta ahora, sencillamente no está... y se nota ¡caramba si se nota!
El año pasado me afinqué casi un mes aquí. Este creo que no lo aguantaría. A sabiendas de que no había Heiva, en esta ocasión he venido sólo por 3 días.
Aquí os dejo unas fotos de la punta Terei’a, la única playa de la isla central, virgen como siempre y libre de hoteles, espero que por muchos muchos años.
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