Bora Bora, Polinesia Francesa. Hoy he ejercido de turista, de los de verdad, de los auténticos. Me he apuntado al tour-de-l'île que ofrece Chez Nono. Me ha dicho Samuel -el que regenta mi pensión- que es el mejor. Precio: 72€ por persona.
Quedamos a las 9:15 en la pensión. Me viene a buscar Mimi con su van y de ahí pasamos a recoger al resto de turistas. En total 19. Llegamos a punta Matira, donde está el Teremoana II, nuestra embarcación.
A bordo nos acompaña Rai y el capitán. Al subir Rai nos da la bienvenida iaorana y nosotros respondemos iaorana. Como si de los payasos de la tele se tratara, nos dice que no nos ha oído y que más fuerte por favor: IAORANAAA. Ahora sí. Ja ja, je je, ji ji. A continuación nos explica que este es el Teremoana II, y nos pregunta cuál creemos que es el nombre del de al lado (una barca igual a la nuestra anclada unos metros más allá). Todos decimos que el Teremoana I, claro. Pues no, es el Teremoana III, porque el I naufragó ayer, durante el primer día de navegación de nuestro capitán. Ja ja, je je, ji ji.
Y es que allá donde vayas no hay tour sin bromitas introductorias. Me imagino que es una fórmula universal que utiliza todo animador que se precie para romper el hielo.
La primera parte del tour consiste en un poco de snorkling en un motu cercano a Punta Matira. Luego nos acercamos hasta el arrecife y nuestro líder da de comer a los tiburones mientras nosotros permanecemos al otro lado de una cuerda. Son los puntas negras, unos escuálidos de metro y medio, totalmente inofensivos, aunque dentro del agua tienen aspecto de muy pocos amigos. El color del lagon hoy es espectacular.
A continuación nos llevan a otro motu y nos preparan la comida. Cómo no, mientras tanto nos enseñan a pelar un coco. Me pregunto cuántos turistas pelarán ellos mismos un coco en su vida, pero bueno, "no hay tour sin lección de pelada de coco".
Al acabar procedemos a dar la vuelta a la isla. Los hoteles 5 estrellas se suceden uno tras otro hasta sumar una veintena. El más caro es el St. Regis, donde la habitación más barata cuesta 800€ y la más cara, la suite royal, 14.000€. Siempre está ocupada. Sus inquilinos llegan en jet privado, como el que había aparcado en el aeropuerto ayer.
Quedamos a las 9:15 en la pensión. Me viene a buscar Mimi con su van y de ahí pasamos a recoger al resto de turistas. En total 19. Llegamos a punta Matira, donde está el Teremoana II, nuestra embarcación.
A bordo nos acompaña Rai y el capitán. Al subir Rai nos da la bienvenida iaorana y nosotros respondemos iaorana. Como si de los payasos de la tele se tratara, nos dice que no nos ha oído y que más fuerte por favor: IAORANAAA. Ahora sí. Ja ja, je je, ji ji. A continuación nos explica que este es el Teremoana II, y nos pregunta cuál creemos que es el nombre del de al lado (una barca igual a la nuestra anclada unos metros más allá). Todos decimos que el Teremoana I, claro. Pues no, es el Teremoana III, porque el I naufragó ayer, durante el primer día de navegación de nuestro capitán. Ja ja, je je, ji ji.
Y es que allá donde vayas no hay tour sin bromitas introductorias. Me imagino que es una fórmula universal que utiliza todo animador que se precie para romper el hielo.
La primera parte del tour consiste en un poco de snorkling en un motu cercano a Punta Matira. Luego nos acercamos hasta el arrecife y nuestro líder da de comer a los tiburones mientras nosotros permanecemos al otro lado de una cuerda. Son los puntas negras, unos escuálidos de metro y medio, totalmente inofensivos, aunque dentro del agua tienen aspecto de muy pocos amigos. El color del lagon hoy es espectacular.
A continuación nos llevan a otro motu y nos preparan la comida. Cómo no, mientras tanto nos enseñan a pelar un coco. Me pregunto cuántos turistas pelarán ellos mismos un coco en su vida, pero bueno, "no hay tour sin lección de pelada de coco".
Al acabar procedemos a dar la vuelta a la isla. Los hoteles 5 estrellas se suceden uno tras otro hasta sumar una veintena. El más caro es el St. Regis, donde la habitación más barata cuesta 800€ y la más cara, la suite royal, 14.000€. Siempre está ocupada. Sus inquilinos llegan en jet privado, como el que había aparcado en el aeropuerto ayer.
El primer hotel que se construyó en la isla, el Hotel Bora Bora, fue también el primero en cerrar, ahora hace 4 años. Lo ha comprado un árabe y nadie sabe qué pretende hacer con él. El segundo en cerrar fue el Club Med. Ese lo ha comprado un millonario australiano por 10 millones de euros. Tampoco se sabe cuál va a ser su futuro. Abajo, foto de los overwaters del Intercontinental Te Moana.
Nuestro tour prosigue hasta un lugar donde acuden cada tarde un grupo de rayas juguetonas. Es increíble como estos animales se han vuelto dóciles con el hombre. Se dejan tocar, acariciar, agarrar, subirse encima y arrastrarte...todo! Y eso que tienen un aguijón brutal en la cola, pero nunca, nunca, lo han utilizado contra el hombre. Como recompensa al juego, les damos un poco de comida.
A eso de la 4 de la tarde toca volver al lugar de origen. Rai, nuestro animador, se queda sólo en popa, tocando el ukelele y mirando pensativo hacia el horizonte: un gesto muy de esta gente.
Nuestro tour prosigue hasta un lugar donde acuden cada tarde un grupo de rayas juguetonas. Es increíble como estos animales se han vuelto dóciles con el hombre. Se dejan tocar, acariciar, agarrar, subirse encima y arrastrarte...todo! Y eso que tienen un aguijón brutal en la cola, pero nunca, nunca, lo han utilizado contra el hombre. Como recompensa al juego, les damos un poco de comida.
A eso de la 4 de la tarde toca volver al lugar de origen. Rai, nuestro animador, se queda sólo en popa, tocando el ukelele y mirando pensativo hacia el horizonte: un gesto muy de esta gente.
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