domingo, 5 de agosto de 2012

Fakarava


Fakarava, Polinesia Francesa. Amanecemos en Fakarava, el segundo atolón más grande de Polinesia, con 69 km de largo y 29 km de ancho. 


Medidas aparte, no puedo dejar de pensar lo peculiar que debe ser vivir en uno de esos atolones. Tienen una altura que no sobrepasa los 3-5 m, una anchura de tierra de unos 100 a 200 m, y una longitud de decenas de km. El resto, tanto por fuera (el océano) como por dentro (el lagon), es agua. Es decir, la gente aquí pasa su vida en una especie de pasillo circular de playa y palmeras rodeado de agua por todas partes, una sensación muy curiosa.

Hoy el desayuno tiene lugar pronto, a las 6h de la mañana, porque a las 10h el Aranui zarpa destino a Nuku Hiva, un trayecto que dura más de día y medio.

Una de las pasajeras del barco regenta una pensión aquí en la isla, la pensión Vekeveke. La está esperando su familia en el muelle y se ha ofrecido llevarme en coche hasta allí para que la visite. Un lugar muy acogedor y calmado, frente al lagon, muy aconsejable de tener en mente para posibles futuras visitas.

Es domingo y el pueblo, Rotoava, se prepara tranquilamente para misa de 9. Pero nuestra visita a la isla es corta y no da mucho de sí. 

Al cabo de 2 h ya estamos todos de vuelta en el barco. Fuera hay unos lugareños con paradas de artesanía local: perlas negras, collares de conchas, pareos...aunque la gente no está con ánimo de comprar todavía. Me parece ver a una pasajera comprar un pareo, eso es todo.

El Aranui abandona el atolón por la única salida al mar, la passe de Garuae, la más ancha de Polinesia y una de las más famosas por su riqueza submarina. El enorme flujo de agua hacia adentro y hacia fuera que produce diariamente las mareas ocasiona la formación de fuertes corrientes que hacen hervir el mar.

Me despido de la isla hasta pronto, ya que tengo previsto pasar aquí tres días una vez acabado el trayecto.

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