Poindimié, Grande Terre, Nueva Caledonia. Voy mal: cada día me despierto más pronto. Hoy a las 4 am. Ya no sé qué hacer...tendré que trasnochar un día.
La salida de Nouméa en coche, a las 7:30 am ha sido apoteósica. A esta hora el tráfico y los atascos son insoportables, y además, me he perdido. Nouméa es un encrucijada de penínsulas y bahías, y resulta muy difícil orientarse. Al final he recurrido al sol, que sale siempre por el este...aunque aquí hay que tener en cuenta que se desplaza de derecha a izquierda.
Tomo dirección Bourail, por la costa oeste. El paisaje me recuerda un poco al de Costa Rica: vacas, prados, valles, y mucho árbol en las montañas centrales. Nada que ver con el típico cuadro polinésico. Se nota que esto fue "continente" algún día.
Antes de llegar a Bourail tomo un desvío de 6km que me lleva a la famosa Roche Percée. Se ve que antaño había una roca agujereada a la derecha del pináculo, como todavía se aprecia en el sello.
Pero en 2006 se derrumbó y hoy sólo quedan los escombros y el pináculo. El lugar está en una península rodeada de una playa tranquila de arena marronosa. Vale la pena el desvío, aunque solo sea por seguir lo recomendado por "san" Lonely Planet, no vaya a ser que te pierdas Dios sabe qué.
Los pueblos de Nueva Caledonia me están resultando por ahora bastante mediocres, sin encanto. Las casas carecen de fuerza y estilo propio. Para colmo el carácter y comportamiento de la gente tampoco está ayudando mucho a mi opinión global del país. La inmensa mayoría de la población ha adoptado un look rasta (a pesar de que no tienen nada de africanos) con un aire agresivo, inconformista. Los jóvenes visten a lo rapero: sudadera tres tallas por encima de la que tocaría, capucha puesta y siempre en tonos oscuros. Se percibe un descontento generalizado.
Al pasar la gris localidad de Bourail, cruzo la isla por una carretera interior hasta la costa este, a través del Col de les Roussettes. El trayecto no sube mucho, pero la vegetación es espectacular. Qué lastima no saber de botánica porque esto debe estar plagado de endemismos reliquias de Gondwana.
Al llegar al otro lado, en Ponerihouen, el ambiente cambia radicalmente. Todo resulta más jovial, más luminoso. Prosigo dirección norte hasta Poindimié, donde me alojo en el ecolodge Tieti Tera, en la costa. Me ha tocado el bungalow 51, frente a la playa y cerca de la piscina. Una maravilla.
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