Nouméa, Grande Terre, Nueva Caledonia. Ostras...he pillado un resfriado. Espero que no sea la gripe A. Por la TV continuamente están anunciando el aumento de casos en Nueva Caledonia, tanto en la isla principal como en las adyacentes. Me consuela que parece que no tenga fiebre.
Por suerte, los del Méridien me dejan quedar en la habitación hasta las 14 h. Me tomo una aspirina y me tumbo en una tumbona de la piscina disfrutando del sol y del canto omnipresente de los silbadores dorados, un pajarillo cuya potente voz llena toda la bahía. Me acompañan las gaviotas.
Por la tarde tomo el vuelo a Nouméa. Pido ir en cabina y, sorpresa...deseo concedido. Las vistas del entresijo de bahías y penínsulas que rodean a la capital son preciosas, ¡qué diferente se ve todo desde la cabina!
Al día siguiente me encuentro mucho mejor. Frente al hotel hay un hipódromo y hoy domingo hay carrera de caballos. Nunca he visto una así que me coloco detrás de la valla y espero que comience el espectáculo.
Más tarde doy un paseo hasta la Baie des Citrons, el BD como la llaman aquí, como el plato del día en un restaurante y prosigo mi vagancia por la Anse Vata, la playa de la détente de Nouméa, a dos pasos de los hoteles más lujosos, restaurantes y casinos de la capital. Delante suyo, el îlot Canard, un pequeño islote clasificado reserva marina protegida, meca de buceadores.
A media tarde un taxi me lleva al aeropuerto de La Tontouta, a casi 1h de la capital. El conductor Joel resulta ser nieto de un catalán de Siurana. Me explica que esta semana ha sido una de las más duras a nivel político. Han encarcelado al jefe sindicalista local porque literalmente tomó el aeropuerto de Magenta, saltando por encima de las alas de los aviones. Ahora piden su liberación. La cosa se puso violenta hace unos días porque los kanaks por primera vez lanzaron gritos racistas contra el occidental, y eso, dice Joel, va a trer problemas. En 2014 habrá un referéndum, pero no cree que ganen los independentistas porque aquí vive mucho francés llegado antes de 1998 que votará en contra y además, no todos los kanaks quieren la independencia. Habrá que esperar.
El aeropuerto está casi vacío, somos 4 gatos. En la pista, un avión, el de Van Air, de hélice. Mi destino: Vanuatu, donde pasaré los próximos 10 días. Stay in tune.
Por suerte, los del Méridien me dejan quedar en la habitación hasta las 14 h. Me tomo una aspirina y me tumbo en una tumbona de la piscina disfrutando del sol y del canto omnipresente de los silbadores dorados, un pajarillo cuya potente voz llena toda la bahía. Me acompañan las gaviotas.
Por la tarde tomo el vuelo a Nouméa. Pido ir en cabina y, sorpresa...deseo concedido. Las vistas del entresijo de bahías y penínsulas que rodean a la capital son preciosas, ¡qué diferente se ve todo desde la cabina!
Al día siguiente me encuentro mucho mejor. Frente al hotel hay un hipódromo y hoy domingo hay carrera de caballos. Nunca he visto una así que me coloco detrás de la valla y espero que comience el espectáculo.
Más tarde doy un paseo hasta la Baie des Citrons, el BD como la llaman aquí, como el plato del día en un restaurante y prosigo mi vagancia por la Anse Vata, la playa de la détente de Nouméa, a dos pasos de los hoteles más lujosos, restaurantes y casinos de la capital. Delante suyo, el îlot Canard, un pequeño islote clasificado reserva marina protegida, meca de buceadores.
A media tarde un taxi me lleva al aeropuerto de La Tontouta, a casi 1h de la capital. El conductor Joel resulta ser nieto de un catalán de Siurana. Me explica que esta semana ha sido una de las más duras a nivel político. Han encarcelado al jefe sindicalista local porque literalmente tomó el aeropuerto de Magenta, saltando por encima de las alas de los aviones. Ahora piden su liberación. La cosa se puso violenta hace unos días porque los kanaks por primera vez lanzaron gritos racistas contra el occidental, y eso, dice Joel, va a trer problemas. En 2014 habrá un referéndum, pero no cree que ganen los independentistas porque aquí vive mucho francés llegado antes de 1998 que votará en contra y además, no todos los kanaks quieren la independencia. Habrá que esperar.
El aeropuerto está casi vacío, somos 4 gatos. En la pista, un avión, el de Van Air, de hélice. Mi destino: Vanuatu, donde pasaré los próximos 10 días. Stay in tune.
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