viernes, 16 de noviembre de 2012

El hermoso y tranquilo valle de Amoa

Poindimié, Grande Terre, Nueva Caledonia. Muy cerca de Poindimié, a escasos kilómetros dirección norte, hay un río con un valle maravilloso. Es el Valle de Amoa. Tan solo entrar por el camino de tierra de la ribera norte, un fantasmagórico túnel de viejos árboles te da la bienvenida (arriba). Al otro lado queda el río manso.


A lo largo de los 10 km del trayecto monte adentro uno descubre la auténtica vida rural caledoniana: la ramadería, los prados, las plantaciones de taró, las bananeras, etc...


 Las pocas viviendas del valle se ven cuidadas con la exquisitez y el cariño del que ama su morada. Cabañas de madera con un jardín impecable, césped bien cortado, riachuelos bordeados con cantos rodados...vamos...que no me esperaba yo esto, la verdad. Hasta entran ganas de comprarse una de estas cabañas y retirarse a vivir aquí. Aunque no sería fácil: en la tradición kanak "la tierra no pertenece al hombre puesto que el hombre pertenece a la tierra". Aquí la tierra ni se vende ni se compra, solo se hereda, y yo no tengo ningún pariente kanak...que yo sepa.

A la izquierda asoma siempre el pico del Amoa de 560 m de altura, coronado con una cruz.

Uno se va encontrando con pequeñas iglesias y cementerios sumergidos en un profundo silencio y misterio. ¿Qué secretos esconderán estos edificios?

Es agosto y esto es el invierno austral. El sol se pone a las 5:30, así que triste de no poder disfrutar más de este hermoso y tranquilo valle, retomo mi camino de vuelta al ecolodge.

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