Poindimié, Grande Terre, Nueva Caledonia. Sigo levantándome pronto de una manera natural, sin despertador, antes de que salga el sol. Son las 5:30 de la mañana y fuera todavía es oscuro. Venus brilla con tanta rabia que su luz se refleja sobre el mar. Orión está boca abajo. Se me ocurre que si la civilización hubiera florecido en el hemisferio sur los astrólogos habrían imaginado figuras celestes muy diferentes a las que estamos acostumbrados, y las constelaciones tendrían otros nombres.
Desayuno frente al mar. Soy el primero y único en el café del Tieti Tera. Qué paz y qué tranquilidad. Que duerman, que duerman...pienso.
Al terminar cojo el coche y me pongo en route pour des nouvelles aventures. Hoy toca el Grand Nord, por la costa este. En la vecina población de Tié hago un paro para visitar su iglesia colonial. Está situada frente a un cementerio, rodeada de césped verde. Casualmente es la hora de entrada a clase y comienzan a aparecer niños por todas partes. Van locos para que les haga fotos, casi se pelean entre ellos.
Prosigo hacia el norte hasta Hienghène, parada obligada para disfrutar de la hermosa vista de la bahía y su Poule Couvant (gallina empollona), una formación de rocas negras que emerge del mar y cuya forma recuerda de lejos a la de una gallina incubando sus huevos (fotos de portada y de aquí abajo)
El tiempo ha cambiado y la luz no es muy buena así que sigo hacia el norte. A partir de aquí el paisaje se vuelve más agreste y deshabitado. Paso por un estuario donde se debe coger una barcaza para atravesar hasta la otra orilla.
Al cabo de unos cuantos kilómetros, justo antes de llegar a Pouébo, doy media vuelta. Uno podría hacer kilómetros y kilómetros, hasta Poum en la punta norte, pero no dispongo de tiempo. Al regresar de nuevo a la bahía de Hienghène, en el belvedère de la Poule Couvant, hago una nueva parada para disfrutar de la vista. Hay una familia sentada en una de las mesas de madera. Me acerco. Ahhh, salut!, ça va? Son los franceses que me acompañaron en el jeep durante la visita del Parque Provincial de Rivière Bleu. Me invitan a comer.
Durante el regreso voy haciendo paraditas. Ahora una playa infinita...luego un nido de águila pescadora...más allá una cabaña kanak...realmente, esto de la fotografía te distrae mogollón.
Finalmente, tras un día de mucho coche, agradeces el regreso al bungalow, tu cena, y tu cama. Mañana comienza mi regreso de 400 km hasta Nouméa, donde cogeré un avión a Ouvéa a las 16:19 h. Deberé distribuir bien el tiempo. Bonne nuit et à demain.
Desayuno frente al mar. Soy el primero y único en el café del Tieti Tera. Qué paz y qué tranquilidad. Que duerman, que duerman...pienso.
Al terminar cojo el coche y me pongo en route pour des nouvelles aventures. Hoy toca el Grand Nord, por la costa este. En la vecina población de Tié hago un paro para visitar su iglesia colonial. Está situada frente a un cementerio, rodeada de césped verde. Casualmente es la hora de entrada a clase y comienzan a aparecer niños por todas partes. Van locos para que les haga fotos, casi se pelean entre ellos.
Prosigo hacia el norte hasta Hienghène, parada obligada para disfrutar de la hermosa vista de la bahía y su Poule Couvant (gallina empollona), una formación de rocas negras que emerge del mar y cuya forma recuerda de lejos a la de una gallina incubando sus huevos (fotos de portada y de aquí abajo)
El tiempo ha cambiado y la luz no es muy buena así que sigo hacia el norte. A partir de aquí el paisaje se vuelve más agreste y deshabitado. Paso por un estuario donde se debe coger una barcaza para atravesar hasta la otra orilla.
Al cabo de unos cuantos kilómetros, justo antes de llegar a Pouébo, doy media vuelta. Uno podría hacer kilómetros y kilómetros, hasta Poum en la punta norte, pero no dispongo de tiempo. Al regresar de nuevo a la bahía de Hienghène, en el belvedère de la Poule Couvant, hago una nueva parada para disfrutar de la vista. Hay una familia sentada en una de las mesas de madera. Me acerco. Ahhh, salut!, ça va? Son los franceses que me acompañaron en el jeep durante la visita del Parque Provincial de Rivière Bleu. Me invitan a comer.
Durante el regreso voy haciendo paraditas. Ahora una playa infinita...luego un nido de águila pescadora...más allá una cabaña kanak...realmente, esto de la fotografía te distrae mogollón.
Finalmente, tras un día de mucho coche, agradeces el regreso al bungalow, tu cena, y tu cama. Mañana comienza mi regreso de 400 km hasta Nouméa, donde cogeré un avión a Ouvéa a las 16:19 h. Deberé distribuir bien el tiempo. Bonne nuit et à demain.
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