martes, 25 de diciembre de 2012

Entre cientos de iguanas marinas en Isla Fernandina

Punta Espinoza, Isla Fernandina, Galápagos. Tras bordear el norte de Isabela (Albemarle) y atravesar el ecuador terrestre (y celebrarlo con champán) el Beluga fondea frente a Punta Espinoza, en Fernandina (Narborough). Al tomar tierra nos reciben cientos de iguanas marinas con sus cuerpos expuestos al sol. 

La iguanas marinas (Amblyrhynchus cristatus) se alimentan de algas marinas. Debido a esta dieta y a la ingesta de agua salada que la acompaña, han desarrollado una glándula nasal que les permite eliminar la sal de la sangre en forma de cristalitos. Así que cuando uno observa un buen rato un grupo de iguanas marinas descansando, continuamente se ve y se oye una especie de estornudos que no son más que esas expulsiones periódicas de sal por la nariz. Hay que decir, también, que el hedor de esos "géiseres" es bastante desagradable.

Geológicamente hablando, Fernandina es la más joven de las islas Galápagos. Se formó hace algo menos de un millón de años. Su volcán central, La Cumbre, mide 1495 m de altura y todavía experimenta erupciones. La última tuvo lugar en abril de 2009.

Aquí en la isla se encuentra una importante población de otra de las gemas biológicas del archipiélago: el cormorán mancón (Phalacrocorax harrisi). Todos los cormoranes del mundo vuelan....todos menos este, el de las islas Galápagos. ¿Por qué? porque no lo necesita, puesto que en tierra no tiene ningún enemigo. Así que un buen día, de una pareja de cormoranes "normales" debió nacer uno o más cormoranes con una malformación alar y, por lo que fuera, esa malformación resultó ser favorable. La denominada "selección natural" se encargó del resto haciendo que su vida y la de sus descendientes sin alas estuviera mejora adaptada al entorno que la de sus primos voladores. Total, que los cormoranes voladores fueron desapareciendo y los no voladores ganando terreno, hasta que solo quedaron estos últimos. Un ejemplo más de la teoría de la evolución de Darwin, tan presente en estas islas.


Al ser tan joven y con tantas erupciones recientes, Fernandina tiene grandes campos de lava. Hay dos tipos de lava, la 'a'ā, que es puntiaguda y caótica (como la primera foto de abajo) y la pāhoehoe, de textura más suave y ondulada (segunda foto). Como habréis podido constatar, se conserva sus nombres hawaianos.


El omnipresente volcán La Cumbre se divisa desde cualquier lugar de la isla. En esta ocasión, una colonia de cactus de la lava (Brachycereus nesioticus), una rarísima especie de cactus que se ha adaptado a crecer en la lava, configuran un primer plano frente a la impresionante cráter del volcán.


Por cierto... ¡feliz Navidad!

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