miércoles, 26 de diciembre de 2012

Nadando entre pingüinos, focas y alcatraces en Bartolomé

Isla Bartolomé, Galápagos. Si hay una postal clásica las Islas Galápagos es la de la foto de arriba: la vista del Pinnacle Rock con la isla Santiago de fondo desde el mirador de Isla Bartolomé, al cual se accede por una larga escalinata.




Aparte de esa maravillosa vista, otra de las principales atracciones de Bartolomé es el pingüino de las Galápagos (Spheniscus mendiculus). Se trata de nuevo de otra genialidad del archipiélago: ¡pingüinos en el ecuador! Sí, la corriente de Humboldt hace que la temperatura del agua en esta zona ecuatorial sea bastante fría, oxigenada y rebosante de vida. Los pingüinos del antártico debieron dejarse arrastrar un buen día, hace millones de años, para instalarse en este paraíso.


Al acabar el paseo por la isla Bartolomé, nos subimos de nuevo a bordo del Beluga y nos ponemos los trajes de neopreno.

Creo que esta ha sido una de esas contadas ocasiones en la vida de cada uno que acuden a la mente ante la pregunta "¿qué momentos recuerdas que te hayan impresionado más en la vida?" Sí. Sin duda, este estaría en la lista. Os explico por qué.

Al meternos en el agua, acuden rápidamente los leones marinos a curiosear, y a hacernos pasadas a toda velocidad, como incitándonos a seguirles. Se trata, sin duda, de un juego. Entremedio hay enormes cardúmenes de peces del tamaño de una sardina que se mueven al unísono, sincronizados por una sorda sintonía. De vez en cuando pasa un pingüino veloz dejando una estela de gotitas de aire detrás suyo y ocasionando la separación despavorida del cardumen, como un coche cuando atraviesa un charco de agua. La cosa se anima y cada vez los leones marinos parecen que tienen más hambre y se ponen también a perseguir a los peces que escapan en todas direcciones como fuegos de artificio. 


A todo eso los piqueros de patas azules, que desde el aire se han percatado del festín, comienzan a dejarse caer en grupo desde las alturas como auténticos proyectiles. Desde el agua, con nuestras máscaras y tubos, los vemos zambullirse al unísono, como si se tratase de un vasto bombardeo. Por todas partes se ven caer, aquí y allí. Los pingüinos también se excitan y persiguen a los peces. No me puedo creer lo que estoy viendo. Es la mayor borrachera marina que jamás haya presenciado. Estamos todos contagiados por una misma excitación de lo que estamos viendo. 

Al subir al Beluga notamos que nos une algo que nunca podrá separarnos.

No tengo fotos de este momento, pero sí he encontrado un video de la BBC que refleja lo que hemos visto. El documental trata sobre las Galápagos en general, y dura 49 minutos. Si no tenéis tiempo de verlo todo, entre el minuto 9 y el 12 podréis ver lo que os acabo de explicar.

Hoy ha sido un gran día

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