Rimatara, Islas Australes, Polinesia Francesa. La isla de Rimatara alberga dos de esas especies con las que los ornitólogos soñamos ver algún día, dos endemismos únicos y exclusivos de la isla: el lori de Rimatara o ‘ura (Vini kuhlii) y el carricero de Rimatara (Acrocephalus rimatarae).
Aunque los dos resultan interesantes para un amante de los pájaros, el lori se lleva toda la atención y todos los mimos por su explosivo colorido. El otro, pobre, es un pajarillo marrón verdoso al que nadie hace caso, pero que prometo dedicarle una foto y un pequeño homenaje en el siguiente post. Los dos son muy abundantes en la isla y no están amenazados de extinción, pero sí que son altamente vulnerables ya que cualquier suceso grave que pudiera ocurrir aquí, como un ciclón fuerte, o un virus, o la entrada de la rata negra, podría acabar con la población mundial, pues no se encuentran en ningún otro lugar. (NOTA DEL AUTOR: estrictamente esto no es cierto para el lori pues hace siglos, cuando no había leyes que regularan estos asuntos, el lori de Rimatara fue llevado por comerciantes de plumas polinesios a las islas Tabuaeran y Teraina, en Kiribati, a medio camino entre Polinesia y Hawai, donde hoy suman entre las dos unos 1500 efectivos, ¡el doble que en Rimatara donde se cuentan solo 750 ejemplares!)
El lori, que aquí se conoce como ‘ura, es el sello de Rimatara. Los habitantes están tan orgullosos de ese pájaro que es casi sagrado. Es uno de esos casos en donde el habitante está por encima de la ciencia. Mirad qué historia más bonita:
En el año 2000, Rongomatane Ariki, la reina de la isla de Atiu (Islas Cook), visitó Rimatara en una expedición destinada a estudiar la situación del ‘ura y de las ratas en la isla. Resulta que el ‘ura habitaba antiguamente las islas Cook sureñas, entre ellas Atiu. Pero sus preciadas plumas rojas le llevaron a la extinción. La reina solicitó entonces recuperar la especie para Atiu y los rimatareños aceptaron obsequiarla con 20 aves.
Pero las relaciones políticas entre las Islas Cook y la Polinesia Francesa cambiaron y el asunto quedó congelado hasta “nueva orden”. Fue en 2005 cuando un ornitólogo especialista en aves de la Polinesia, Jean-Claude Thibault, elaboró una propuesta formal al gobierno de la Polinesia Francesa en la que solicitaba urgentemente la reintroducción de la especie en las islas Cook dada la situación de alta vulnerabilidad del ave en Rimatara. El asunto fue de lo más complicado. Aparte del OK del presidente, se requirieron informes a la Cook Islands Natural Heritage Trust, la organización ornitológica de la Polinesia (MANU), la BirdLife International, y el zoo de San Diego.
Pero lo más difícil, según me cuenta Claudine, fue el visto bueno de los ancianos de Rimatara, que se negaron rotundamente a la ejecución del proyecto. No querían bajo ningún pretexto que sus ‘uras fueran a otro lugar. El ave era patrimonio de la isla y de aquí no iba a salir ni un solo ‘ura porque, además, así lo había dictado la antigua reina Tamaeva V de Rimatara cuando se dirigió al ‘ura y le dijo Eiaha ‘oe haere fa’abou i te tahi fenua ‘e (tú nunca irás a otra isla). Y al ‘ura vaero (lori macho) y a la ‘ura pa’o (lori hembra) les suplicó E moho na ‘orua i ‘onei, tiretire tiretire a (viviréis aquí y os reproduciréis una vez y otra vez). Tras la ceremonia, que presidió vestida con su capa real de plumas rojas de ‘ura, la reina Tamaeva V juró aita atu i muri a’e ia’u nei e ‘ahu fa’abou i teie ‘abu (nadie después de mi vestirá nunca esta capa).Complicado el tema.
Fue George, entonces alcalde de Rimatara, quien convenció a los ancianos haciendo alarde de su buena mano derecha: no se robaban los ‘uras sino que se prestaban a la reina de Atiu por si un día desaparecían de Rimatara y había que recuperarlos. Además, la reina se comprometía a que ningún ‘ura saliera de Atiu sin el permiso de la gente de Rimatara. Vamos, como si fueran de su propiedad, ni más ni menos.
Y así es como en abril de 2007 se capturaron 27 aves, se dispusieron en jaulas y se embarcaron 26 en un vuelo especial de Air Rarotonga directo a Atiu (la 27ª finalmente se quedó aquí porque era demasiado joven). Les acompañaban todos los grandes personalidades de la isla. Dice Claudine que en el aeropuerto los ‘uras enjaulados se pusieron a llamar a sus compañeros como locos, y que acudió una nube de ‘uras excitadísimos a despedirlos. En Atiu fueron recibidos con una gran fiesta a la que acudieron hasta los ministros del país. De allí llegan hoy buenas noticias: parece ser que el ‘ura sobrevive bien y que ya se está reproduciendo. En julio de 2010 se contaron 80 aves.
En Rimatara no hay ninguna placa que conmemore la visita de presidentes, o en memoria de antiguos jefes. No, en Rimatara solo hay una placa en toda la isla, y está para conmemorar este hecho: el viaje de los ‘uras a Atiu.
Aunque los dos resultan interesantes para un amante de los pájaros, el lori se lleva toda la atención y todos los mimos por su explosivo colorido. El otro, pobre, es un pajarillo marrón verdoso al que nadie hace caso, pero que prometo dedicarle una foto y un pequeño homenaje en el siguiente post. Los dos son muy abundantes en la isla y no están amenazados de extinción, pero sí que son altamente vulnerables ya que cualquier suceso grave que pudiera ocurrir aquí, como un ciclón fuerte, o un virus, o la entrada de la rata negra, podría acabar con la población mundial, pues no se encuentran en ningún otro lugar. (NOTA DEL AUTOR: estrictamente esto no es cierto para el lori pues hace siglos, cuando no había leyes que regularan estos asuntos, el lori de Rimatara fue llevado por comerciantes de plumas polinesios a las islas Tabuaeran y Teraina, en Kiribati, a medio camino entre Polinesia y Hawai, donde hoy suman entre las dos unos 1500 efectivos, ¡el doble que en Rimatara donde se cuentan solo 750 ejemplares!)
El lori, que aquí se conoce como ‘ura, es el sello de Rimatara. Los habitantes están tan orgullosos de ese pájaro que es casi sagrado. Es uno de esos casos en donde el habitante está por encima de la ciencia. Mirad qué historia más bonita:
En el año 2000, Rongomatane Ariki, la reina de la isla de Atiu (Islas Cook), visitó Rimatara en una expedición destinada a estudiar la situación del ‘ura y de las ratas en la isla. Resulta que el ‘ura habitaba antiguamente las islas Cook sureñas, entre ellas Atiu. Pero sus preciadas plumas rojas le llevaron a la extinción. La reina solicitó entonces recuperar la especie para Atiu y los rimatareños aceptaron obsequiarla con 20 aves.
Pero las relaciones políticas entre las Islas Cook y la Polinesia Francesa cambiaron y el asunto quedó congelado hasta “nueva orden”. Fue en 2005 cuando un ornitólogo especialista en aves de la Polinesia, Jean-Claude Thibault, elaboró una propuesta formal al gobierno de la Polinesia Francesa en la que solicitaba urgentemente la reintroducción de la especie en las islas Cook dada la situación de alta vulnerabilidad del ave en Rimatara. El asunto fue de lo más complicado. Aparte del OK del presidente, se requirieron informes a la Cook Islands Natural Heritage Trust, la organización ornitológica de la Polinesia (MANU), la BirdLife International, y el zoo de San Diego.
Pero lo más difícil, según me cuenta Claudine, fue el visto bueno de los ancianos de Rimatara, que se negaron rotundamente a la ejecución del proyecto. No querían bajo ningún pretexto que sus ‘uras fueran a otro lugar. El ave era patrimonio de la isla y de aquí no iba a salir ni un solo ‘ura porque, además, así lo había dictado la antigua reina Tamaeva V de Rimatara cuando se dirigió al ‘ura y le dijo Eiaha ‘oe haere fa’abou i te tahi fenua ‘e (tú nunca irás a otra isla). Y al ‘ura vaero (lori macho) y a la ‘ura pa’o (lori hembra) les suplicó E moho na ‘orua i ‘onei, tiretire tiretire a (viviréis aquí y os reproduciréis una vez y otra vez). Tras la ceremonia, que presidió vestida con su capa real de plumas rojas de ‘ura, la reina Tamaeva V juró aita atu i muri a’e ia’u nei e ‘ahu fa’abou i teie ‘abu (nadie después de mi vestirá nunca esta capa).Complicado el tema.
Fue George, entonces alcalde de Rimatara, quien convenció a los ancianos haciendo alarde de su buena mano derecha: no se robaban los ‘uras sino que se prestaban a la reina de Atiu por si un día desaparecían de Rimatara y había que recuperarlos. Además, la reina se comprometía a que ningún ‘ura saliera de Atiu sin el permiso de la gente de Rimatara. Vamos, como si fueran de su propiedad, ni más ni menos.
Y así es como en abril de 2007 se capturaron 27 aves, se dispusieron en jaulas y se embarcaron 26 en un vuelo especial de Air Rarotonga directo a Atiu (la 27ª finalmente se quedó aquí porque era demasiado joven). Les acompañaban todos los grandes personalidades de la isla. Dice Claudine que en el aeropuerto los ‘uras enjaulados se pusieron a llamar a sus compañeros como locos, y que acudió una nube de ‘uras excitadísimos a despedirlos. En Atiu fueron recibidos con una gran fiesta a la que acudieron hasta los ministros del país. De allí llegan hoy buenas noticias: parece ser que el ‘ura sobrevive bien y que ya se está reproduciendo. En julio de 2010 se contaron 80 aves.
En Rimatara no hay ninguna placa que conmemore la visita de presidentes, o en memoria de antiguos jefes. No, en Rimatara solo hay una placa en toda la isla, y está para conmemorar este hecho: el viaje de los ‘uras a Atiu.
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