viernes, 11 de noviembre de 2011

No estoy de acuerdo

Maupiti, Polinesia Francesa. Hoy estaba leyendo un pasaje de Javier Reverté en el que reivindica la profesionalidad del escritor, y se queja de que mucha gente se cree capacitada para escribir un libro y piensa que sólo es cuestión de encontrar tiempo suficiente para ponerse a ello, y se apoya en un texto de Mark Twain que reza pero cuando de literatura se trata, su sabiduría (la del atrevido aprendiz) se desvanece de repente y piensa que se encuentra ante la presencia de una profesión que no requiere aprendizaje alguno, ni experiencia, ni entrenamiento; únicamente, un talento seguro de sí mismo y el valor de un león.

Pues quizás sí; quizás sólo se requiera eso pues, al fin y al cabo, lo único que hace falta para escribir una historia es papel y lápiz, y para hacer una foto una cámara fotográfica, o un pincel y una tela para pintar un cuadro. Si el escrito, o la foto, o el cuadro resultantes son “buenos” o “malos”, eso es otro cantar, pero al menos habrá algo que leer o mirar. Muy diferente es el caso de otras profesiones cuyo nivel de especialización es mucho mayor y que realmente o se ha estudiado y trabajado para ello anteriormente, o no hay “producto final”, ni bueno, ni malo, sencillamente no lo hay porque sin ese conocimiento uno ni siquiera sabe por dónde empezar.

Y creo que es eso lo que diferencia a las profesiones técnicas del resto. Sin aprendizaje alguno, ni experiencia, ni entrenamiento (utilizando las palabras de Twain) uno no puede hacer una TV, construir un ordenador, poner en órbita un satélite, fabricar un DVD, inventar un fármaco, hacer gafas graduadas, transplantar un riñón, diseñar un coche eléctrico, o arreglar un reloj. Una persona de la calle no puede hacer nada de todo eso porque sencillamente no sabe. No habrá resultado, ni bueno ni malo. No pondrá un satélite en una órbita “equivocada”, ni descubrirá un fármaco “ineficaz”, ni transplantará un hígado en lugar de un riñón, no, ni siquiera se pondrá manos a la obra, sino que exclamará “lo siento, yo eso no lo sé hacer”.

En cambio en esas otras profesiones que reivindica Reverté, y en muchas más, uno puede ponerse manos a la obra hoy mismo: escribir un libro, hacer una foto, pintar un cuadro, inventarse una receta, hacer una poesía, etc... que luego ya vendrán los críticos para valorarlas.

¿Y por qué me quejo? porque de alguna manera me he sentido aludido. Yo no soy ni periodista, ni escritor, ni fotógrafo profesional. Nunca he trabajado como nada de todo eso ni he estudiado para serlo. En cambio hago fotos, y ahora me ha dado por escribir este blog. Seguramente serán técnicamente muy criticables, pero las considero mucho más aprovechables que un cuadro repleto de manchas y borrones, pintado por un artista moderno, seguramente bien relacionado con la sociedad. Uno de esos oportunistas que mientras pintan están pensando por dentro “nunca entenderé por qué la gente paga lo que paga para que ensucie una tela de esta manera”.

3 comentarios:

  1. Pues a mi me encantan tu blog y tus fotos... he leído todo hasta ahora. Ojala un día pueda tener algunas experiencias como las tuyas y una manera tan amena de contarlas.
    Maururu roa!

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  2. Qué bien Karina! Gracias por tu apoyo! Saludos.

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  3. Con años de retraso leo tú blog, también soy un apasionado de la Polinesia aunque por desgracia nunca iré por allí. Estoy de acuerdo con tus reflexiones sobre las profesiones, la crítica es libre pero está claro que en las de carácter artístico todos podemos al menos intentarlo, otra cosa será la valía del resultado.

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