Maupiti, Polinesia Francesa. Hace tres días que llegué a la isla y ya la he circundado tres veces. Poca cosa más se puede hacer aquí. Toimata me ha alquilado su bici. Cuando se la pedí me dijo que la cogiera cuando quisiera, pero no he querido abusar de su generosidad, así que se la he alquilado y está contentísima.
No sé cuál es el perímetro de la isla pero sí he leído que tiene una superficie de 9 km2. Haciendo la aproximación más que aceptable de que es redonda y tirando de Euclides, tenemos que el área de una circunferencia es πr2, con lo que despejando sale que r = 1.7 km. Puesto que el perímetro del círculo es 2πr, calculo que me pedaleo algo así como 11 km por vuelta. El trayecto es plano, excepto en un tramo que hay una gran subida, seguida de una gran bajada. Con el sol de justicia que cae en estas latitudes, a menudo opto por regresar haciendo el recorrido inverso, con lo que en lugar de 11 km debo hacer unos 16 km cada vez.
Así que me dedico a dar vueltas a la isla y a decir 1291 veces ia orana, una por cada habitante. Me paro en la playa Tereia, de arena coralina, y me doy un baño. Aquí, mis únicos compañeros son los peces de colores. Y contemplando maravillado las erosionadas paredes del cráter central me pregunto cómo sería todo esto hoy si hubiese salido el sí en la votación del hotel.
Cada día, a eso de las 6 y media de la tarde, Sara me prepara una estupenda cena en la terraza, rodeado de cocoteros, mangos y árboles del pan o uru (del que os hablaré un día): hoy de primero hay carpaccio de atún blanco, con pimiento rojo y alcaparras; de segundo un pescado local (paere) con una salsa vitello buenísima, y de acompañamiento un tubérculo de color lila, también de aquí (ufi). De postre, mango con vinagre blanco, sal y azúcar moreno (una receta de su madre). Y todo en tal cantidad que le he tenido que pedir que reduzca a la mitad las raciones. Y eso que la pensión se llama Taputea, nada que ver con lo que uno podría pensar con un nombre así.
No sé cuál es el perímetro de la isla pero sí he leído que tiene una superficie de 9 km2. Haciendo la aproximación más que aceptable de que es redonda y tirando de Euclides, tenemos que el área de una circunferencia es πr2, con lo que despejando sale que r = 1.7 km. Puesto que el perímetro del círculo es 2πr, calculo que me pedaleo algo así como 11 km por vuelta. El trayecto es plano, excepto en un tramo que hay una gran subida, seguida de una gran bajada. Con el sol de justicia que cae en estas latitudes, a menudo opto por regresar haciendo el recorrido inverso, con lo que en lugar de 11 km debo hacer unos 16 km cada vez.
Así que me dedico a dar vueltas a la isla y a decir 1291 veces ia orana, una por cada habitante. Me paro en la playa Tereia, de arena coralina, y me doy un baño. Aquí, mis únicos compañeros son los peces de colores. Y contemplando maravillado las erosionadas paredes del cráter central me pregunto cómo sería todo esto hoy si hubiese salido el sí en la votación del hotel.
Cada día, a eso de las 6 y media de la tarde, Sara me prepara una estupenda cena en la terraza, rodeado de cocoteros, mangos y árboles del pan o uru (del que os hablaré un día): hoy de primero hay carpaccio de atún blanco, con pimiento rojo y alcaparras; de segundo un pescado local (paere) con una salsa vitello buenísima, y de acompañamiento un tubérculo de color lila, también de aquí (ufi). De postre, mango con vinagre blanco, sal y azúcar moreno (una receta de su madre). Y todo en tal cantidad que le he tenido que pedir que reduzca a la mitad las raciones. Y eso que la pensión se llama Taputea, nada que ver con lo que uno podría pensar con un nombre así.
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