Maupiti, Polinesia Francesa. Dicen los libros que Maupiti fue una de las islas que más rápidamente se convirtió al cristianismo. Hizo falta menos de un siglo para que su población descubriera los evangelios (año 1810) y apartara sus viejos ritos y creencias. Esta conversión masiva fue influenciada por dos grandes jefes de las vecinas islas de Huahine y Raiatea, y reforzada en 1821 por la llegada del reverendo Otemoni Orsmond, de la London Missionary Society.
Como resultado de esta evangelización, hoy coexisten en Maupiti cuatro confesiones cristianas: (por orden de número de fieles) protestantes, adventistas, mormones, y católicos, y (ah, y tres testigos de Jehová). Esas cuatro confesiones crean un cierto sectarismo en la isla que pasa prácticamente inadvertido.
Lejos quedan los dioses ancestrales ‘Oro, Tü, y Ta’aroa, aunque persisten los templos consagrados a ellos, los marae, simples plataformas rectangulares hechas a base de piedra volcánica negra (la palabra marae significa eso, esplanada libre de árboles, raíces y semillas), en donde tenían lugar los oficios religiosos de la época.
El más importante de Maupiti, y uno de los principales de todo el Pacífico, es el marae de Vai’ahu. Aquí tuvieron lugar importantes ceremonias de bendición de reyes y guerreros. Guiados por el dios de la pesca, los sacerdotes manipulaban unas piedras blancas en forma de pez dentro de una cueva, orientándolas ora hacia el mar, ora hacia el marae, para materializar o no la clemencia divina.
Pero más allá de las fronteras de la isla, el marae de Vai’ahu era conocido por todo el Pacífico Sur. Según la tradición oral, fue aquí donde se coronaron los 9 grandes reyes del Océano Pacífico, originales de Rurutu, Rimatara, Raivavae, Rapa Iti, Atiu (Cook is), Manitia (hoy Mangaia, Cook Is.), Ma’aro’aro (hoy Rarotonga, Cook Is), Samoa y Hawaii. Estos 9 reyes se reunieron aquí al principio de los años 1820 para suplicar con fuerza y con una única voz la bendición de los antiguos dioses. La ceremonia fastuosa que protagonizó el jefe (ari’i) de Maupiti tenía como objeto impresionar a los dioses por su solemnidad e internacionalidad. Para que la memoria de este evento no se perdiera, en 1997 los descendientes de esas familias reales, mediados por el escultor Maui Tauvirai, gravaron una piedra con los nombres de los nueve reyes.
Lo que para mí es un misterio es cómo se las arreglaron esos reyes procedentes de lugares tan distantes y dispersos, para quedar y encontrarse un día de 1820, en Maupiti.
Más recientemente, en Noviembre 2009, se reunieron en este marae representantes de 17 países del Pacífico por iniciativa de la UNESCO, para validar la Declaración del Océano en la cual se reivindicaba la continuidad de los valores de la cultura polinésica: supervivencia, tolerancia, respeto al medioambiente y solidaridad familiar.
“Somos gente del océano. Aprendemos cómo movernos en el océano. Aprendemos a afrontar el océano y ser únicos con el océano y la naturaleza. Tenemos una conexión espiritual con el océano y todos los paisajes. Esto es algo que el Pacífico puede ayudar al resto del mundo a entender y recordar”
El encuentro acabó con una pêche-aux-cailloux, un método tradicional de pesca único de Maupiti, consistente en enloquecer a los peces del lagon a base de golpear el agua con piedras y cocos, y dirigirlos hacia una gran red hecha de hojas de pandanus. Toda la isla participó. Fue una pesca simbólica, pues al final se liberaron todos los peces, excepto uno, que fue arponeado por el senador Tuheiava. La pêche-aux-cailloux se propuso ese día como patrimonio de la humanidad de la Unesco.
Como resultado de esta evangelización, hoy coexisten en Maupiti cuatro confesiones cristianas: (por orden de número de fieles) protestantes, adventistas, mormones, y católicos, y (ah, y tres testigos de Jehová). Esas cuatro confesiones crean un cierto sectarismo en la isla que pasa prácticamente inadvertido.
Lejos quedan los dioses ancestrales ‘Oro, Tü, y Ta’aroa, aunque persisten los templos consagrados a ellos, los marae, simples plataformas rectangulares hechas a base de piedra volcánica negra (la palabra marae significa eso, esplanada libre de árboles, raíces y semillas), en donde tenían lugar los oficios religiosos de la época.
El más importante de Maupiti, y uno de los principales de todo el Pacífico, es el marae de Vai’ahu. Aquí tuvieron lugar importantes ceremonias de bendición de reyes y guerreros. Guiados por el dios de la pesca, los sacerdotes manipulaban unas piedras blancas en forma de pez dentro de una cueva, orientándolas ora hacia el mar, ora hacia el marae, para materializar o no la clemencia divina.
Pero más allá de las fronteras de la isla, el marae de Vai’ahu era conocido por todo el Pacífico Sur. Según la tradición oral, fue aquí donde se coronaron los 9 grandes reyes del Océano Pacífico, originales de Rurutu, Rimatara, Raivavae, Rapa Iti, Atiu (Cook is), Manitia (hoy Mangaia, Cook Is.), Ma’aro’aro (hoy Rarotonga, Cook Is), Samoa y Hawaii. Estos 9 reyes se reunieron aquí al principio de los años 1820 para suplicar con fuerza y con una única voz la bendición de los antiguos dioses. La ceremonia fastuosa que protagonizó el jefe (ari’i) de Maupiti tenía como objeto impresionar a los dioses por su solemnidad e internacionalidad. Para que la memoria de este evento no se perdiera, en 1997 los descendientes de esas familias reales, mediados por el escultor Maui Tauvirai, gravaron una piedra con los nombres de los nueve reyes.
Lo que para mí es un misterio es cómo se las arreglaron esos reyes procedentes de lugares tan distantes y dispersos, para quedar y encontrarse un día de 1820, en Maupiti.
Más recientemente, en Noviembre 2009, se reunieron en este marae representantes de 17 países del Pacífico por iniciativa de la UNESCO, para validar la Declaración del Océano en la cual se reivindicaba la continuidad de los valores de la cultura polinésica: supervivencia, tolerancia, respeto al medioambiente y solidaridad familiar.
“Somos gente del océano. Aprendemos cómo movernos en el océano. Aprendemos a afrontar el océano y ser únicos con el océano y la naturaleza. Tenemos una conexión espiritual con el océano y todos los paisajes. Esto es algo que el Pacífico puede ayudar al resto del mundo a entender y recordar”
El encuentro acabó con una pêche-aux-cailloux, un método tradicional de pesca único de Maupiti, consistente en enloquecer a los peces del lagon a base de golpear el agua con piedras y cocos, y dirigirlos hacia una gran red hecha de hojas de pandanus. Toda la isla participó. Fue una pesca simbólica, pues al final se liberaron todos los peces, excepto uno, que fue arponeado por el senador Tuheiava. La pêche-aux-cailloux se propuso ese día como patrimonio de la humanidad de la Unesco.
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