viernes, 28 de febrero de 2014

En busca de la aurora boreal


Harstad, Isla de Hinnøya, Vesterålen, Noruega

Cuando era niño mi imaginación volaba como loca ante las que eran mis tres únicas ventanas al mundo exterior: Tintín, los cromos, y un coleccionable que salía los domingos de nombre Enciclopedia de Ciencias Naturales, de la editorial Bruguera. De entre la multitud de imágenes que iban grabando ese disco duro recién formateado que era mi cerebro, hubo una que me impactó de por vida, la de una extraña cortina de luz de colores que aparecía de vez en cuando en las noches del invierno polar y que tenía el misterioso nombre de aurora boreal.

Han debido pasar 50 años para que esta imagen grabada en mi mente por fin se hiciera realidad. Y no ha sido precisamente por casualidad. Hace ya un tiempo que me rondaba por la cabeza ir a buscarla. Pero había que planear muy bien el lugar y el momento, pues no siempre se ven auroras.

Por de pronto, hay que hacerlo durante los máximos de actividad magnética solar, algo que ocurre cada 11 años. Perfecto: 2013-2014 coincide con uno de esos máximos. Segundo, hay que ir al ártico a buscarlas (o al antártico, pero eso ya son palabras mayores). Tercero, debe ser cuando allí hay noche polar, entre octubre y marzo. Cuarto, mejor al final de este período, en febrero-marzo, porque la costa noruega acostumbra a estar menos nublada (con nubes no se ven, claro), y quinto y último, mejor que no haya luna llena porque la luz de nuestro satélite roba la de la aurora.

Total, finales de febrero-principios de marzo de 2014 parecía el momento óptimo, así que en Noviembre del año pasado me puse a buscar vuelos en internet y encontré una compañía low cost, Norwegian, recientemente asentada en Barcelona, que por 260€ me enviaba ida y vuelta a Trømso, la capital del ártico.


File:Norway-Vesteraalen.pngEl día antes de mi partida consulto la web de previsión de auroras: para el día de mi vuelo anuncian actividad 4 en una escala del 1 al 9. El viaje no podía comenzar mejor pues para la semana anterior la escala estuvo marcando actividad solo de 1-2 todo el tiempo.


Llega el día y tras una escala en Oslo, subo a bordo del avión de Norwegian que me lleva a Harstad, en el archipiélago de Vesteralen, a 6h en barco de Trømso (isla en rojo en el mapa de arriba). Son las 21h. Me aseguro una ventanilla. Al cabo de poco de despegar, una vez superadas las nubes, miro por la ventana y no puedo evitar pegar un grito: allí estaba, un inmenso tejido de velos de luz verde y roja, que caían del cielo pintando todo el firmamento y que parecían desplazarse de izquierda a derecha, como si de una nube eléctrica empujada por el viento se tratara.

Le pido a mi vecino, un noruego con pinta de pescador, que por favor apague la luz para evitar reflejos en la ventana y coloco mi cámara portátil en M, subo el ISO a 3200, abro el diafragma al máximo y tiro a 1" de exposición manteniendo el objetivo pegado al cristal. Sorpresa: las fotografías son incluso más espectaculares que la realidad!!

Me espera una semana de mucho frenesí. Este ha sido solo el comienzo. Si una simple foto, hecha con mi cámara auxiliar desde el avión y en malas condiciones, ha dado este resultado, no me imagino lo que puede salir con la réflex y el trípode en los días venideros.