viernes, 30 de marzo de 2012

El interior de Islandia

Reykjahlio, Islandia. Partiendo de la localidad de Reykjahlio hoy visitamos primeramente el vecino volcán de Krafla...uno más. Los antiguos creían que desde aquí, en su interior, se accedía al infierno. Por si acaso, yo no bajo, no sea que me cueste subir...

Más adelante se llega a la cascada de Dettifoss, la más caudalosa de Europa. Uno puede acercarse hasta el mismísimo borde, eso sí, con sumo cuidado, pues un paso en falso y te vas para abajo.



Tras la visita, el autocar nos lleva hasta la costa norte de la isla, en la villa de Husavik donde paseamos tranquilamente delante de su pequeña iglesia de madera de principios de siglo pasado. Cuenta la historia que fue aquí donde se estableció el primer vikingo procedente de Escandinavia, en el año 870.

Al día siguiente iniciamos nuestro duro y lento descenso hacia el sur de la isla por pistas del interior. Primeramente paramos en una nueva cascada, de dimensiones colosales: Godafoss. No tengo foto porque hace muy mal tiempo, pero hoy voy a hacer una excepción y permitirme colocar una bajada de la red (sí, lo sé, es mucho más bonita que las mías, pero en 1991 era difícil sacar buenas fotos con VELVIA y sin luz).

Un poco más abajo se encuentra Aldeyarfoss, una cascada modesta, pero que esconde unas columnas de basalto que parecen esculpidas por algún arquitecto moderno. No puedo dejar de pensar en Gaudí y en su cripta de la colonia Güell.

La pista hacia el interior es cada vez más desoladora. Al final el volcán Hekla, el más activo de Islandia (1500 m). Ultimamente ha entrado en erupción los años 1970, 1980, 1981, 1991 y 2000. Es como si le gustaran los múltiplos de 10 años. ¿Tocará pronto una nueva?

jueves, 29 de marzo de 2012

El oeste de Islandia

Berunes, Islandia. Tras la espectacular visita a Jokursalon proseguimos nuestra vuelta a la isla en dirección contraria a las agujas del reloj. Hacemos una parada en la localidad portuaria de Höfn para comer. En su manso y protegido puerto los pescadores recogen las redes tras faenar un día más en el Atlántico.

Nuestro trayecto prosigue por lugares con vistas espectaculares. Por suerte hace buen tiempo y el sol luce esplendoroso. En nuestra ruta por la costa hacemos un alto en Hvalnes, con sus cuatro cabañitas que parecen sacadas de un cuento (foto de entrada).

Al llegar a nuestro campamento, en Berunes, plantamos la tienda frente al impresionante cuadro de fondo que ofrece el fiordo de Berufjiordur. Hoy, hasta se puede decir que el sol calienta un poco. ¡Qué gusto poder estar tranquilamente afuera un rato, tomando una cerveza!

Al día siguiente comenzamos nuestro periplo por el interior del país partiendo de Egilsstadir, por carreteras no asfaltadas, hasta el volcán Askja. Una larga caminata nos conduce hasta su caldera que alberga un gran lago de 220 m de profundidad. Hace un tiempo horrible.

El día acaba en un hostal de Reykjahlio, a orillas del gran lago Myvatn, plagado de pequeñas moscas. Claro, como no podía ser de otra manera: en islandés Myvatn quiere decir “lago de las pequeñas moscas”... y no es broma.

miércoles, 28 de marzo de 2012

Jokulsarlon

Vatnajökull, Islandia. A primera hora de la mañana, desayunamos y recogemos la tienda de campaña. Fuera, un tímido y matutino rayo de sol ilumina la lengua del glaciar Skaftafellsjökull.

Decimos adiós a nuestro camping de Skaftafell y ponemos rumbo hacia uno de esos lugares que dejan huella. Efectivamente, al poco rato de partir, el guía anuncia en el autocar que abramos bien los ojos porque en la próxima curva vamos a ver un paisaje único. Dicho y hecho, el autocar entero explota en gritos y exclamaciones ante lo que ven nuestros ojos: Jokulsarlon, una laguna semihelada llena de icebergs, al pie del mayor glaciar de Europa, el Vatnajökull, grande como la isla de Córcega. Era mi primer contacto con el ártico profundo.


Salimos del autocar medio enloquecidos ante tanta belleza. Una embarcación nos lleva a dar una vuelta por la laguna, entre icebergs y lenguas glaciares.

La textura del hielo azul y el fino polvo de lava incrustado a menudo transforman los icebergs en figuras fantasmagóricas. Qué pena no disponer de más libertad y tiempo para fotografiarlos con calma.

martes, 27 de marzo de 2012

El sur de Islandia

Skaftafell, Islandia. Tras un primer día en Reikiavik, conozco a quienes van a ser mis compañeros durante la vuelta a Islandia. Alemanes, suizos, franceses, ingleses, italianos y 4 aragoneses. En total unos 25. El guía es islandés, y parece ser que es un actor de TV que en verano se dedica a pasear turistas.

El tour comienza por la zona sur de la isla, dirección Selfoss. Es agosto, pero la temperatura no sobrepasa los 15º, más bien se queda sobre los 10º durante la mayor parte del viaje, y con lluvia casi todos los días. Ya me lo dijeron: aquí hay que venir en Junio.

La parte sur de la isla es como un gran delta, con infinidad de riachuelos y meandros que tratan desesperadamente de llegar al mar. Es sorprendente que exista una carretera estable por aquí.

De vez en cuando el bus hace una parada: normalmente se trata de una cascada. Una de los cientos que veremos a lo largo del viaje. Primero es la de Seljalandsfoss (abajo) y luego la de Skogafoss (primera foto):

En este lugar, Skogar, se encuentran también esas tres granjas con techo de césped, tan bucólicas, y tan fotografiadas. Casi casi se podría decir que son el icono del país.

Al cabo de pocos minutos llegamos a un peñasco, Dyrhólaey, con unas vistas vertiginosas al océano, y miles de frailecillos, los famosos puffins. Pero también hay fulmars y skuas, lo que pasa es que a la gente no les interesan porque "no son aves nacionales", mientras que el puffins sí.



Bajo la lluvia, proseguimos hacia el oeste. Campos y campos de lava cubiertos de musgo verde y espeso y ribeteadas de corderitos blancos...eso es lo que predomina del paisaje. Finalmente llegamos a nuestro camping, en el parque nacional de Skaftafell, al pie de gran glaciar de Vatnajökull.

Plantamos la tienda sobre mojado, cenamos bajo un tendido, y nos metemos en el saco con el ruido de la lluvia martilleando la lona del techo. Fuera no hay noche. Es lo que tiene el ártico en verano.

lunes, 26 de marzo de 2012

Islandia

Reikiavik, Islandia. Es mi primer día de vacaciones, un mes de agosto de 1991. Es también mi primer viaje estival, pues hasta entonces tocaba quedarse en España por motivos de presupuesto. Pero por fin he podido ahorrar y me voy. Islandia es la elegida. Eran los comienzos de Internet, y había visto un anuncio de una compañía de ecotours inglesa, Cygnus, que ofrecía un recorrido en bus por toda la isla, en régimen de tienda de campaña. Tenía muy buena pinta, así que me apunté.

Me encuentro en el vuelo de Iceland Air Londres-Reikiavik. Desde la ventanilla del avión no puedo creer lo que ven mis ojos: ¿estamos llegando a Islandia o a la Luna? Nunca había visto un paisaje tan desolado y revuelto. Y es que Islandia es un país joven, bebé, todavía en vías de formación: terremotos, volcanes, géisers, erosión de primera mano... todos los fenómenos de formación geológica siguen teniendo lugar en esta isla del Atlántico, situada en medio de dos grandes placas tectónicas que le dan marcha. Aquí, de promedio, cada 5 años un volcán entra en erupción. Toda la isla es una auténtica lección de geología de campo.

Islandia cuenta tan solo con 330.000 habitantes y una superficie un poco mayor que Portugal, lo que lo coloca como el segundo país menos denso del mundo (después de Mongolia).

La capital, Reikiavik (bahía humeante en vikingo) es como un gran pueblo, situado en una agradable y tranquila bahía. Es la capital de país situada a una latitud más alta. Aún así, la ciudad (y toda la isla) quedan por debajo del circulo polar ártico.


Me alojo en una casa particular que me han asignado los de Cygnus. Al igual que en el resto de la ciudad, la calefacción y el agua caliente del hogar funcionan mediante un complejo sistema de cañerías que aprovecha el calor que genera el interior de la isla. Todo un ejemplo de aprovechamiento de la energía geotérmica.

domingo, 25 de marzo de 2012

Faial

Horta, Faial, Azores. Lo de hoy no se puede llamar estrictamente una visita a la isla, sino que se trata simplemente de una escala de 6 horas del vuelo Flores-Ponta Delgada. Aprovecho el “desfavorable enlace” aéreo para dar un paseo por Horta y su variopinto puerto deportivo, repleto a rebosar de grafitis. En pleno Atlántico, a menudo las tempestades juegan malas pasadas y, por eso, cada vez que los marineros ponían pie en tierra estampaban su firma en un muro situado junto a los amarres dando gracias a Dios. Quien no lo hacía, tenía los días contados. Una superstición a la que siguen temiendo las tripulaciones de hoy en día, con lo que no hay un palmo de pared libre, ni un trozo de suelo, ni una roca sin su correspondiente grafiti multicolor. 

El enorme volcán de la vecina isla de Pico, cumbre de Portugal con 2.352 m de altura, es el telón de fondo en todas las vistas al puerto.

Uno de los lugares más concurridos y famosos de Horta es sin duda el café Peter’s, original de 1918. Navegantes de todo el mundo, celebridades, famosos, o simples turistas, todos se dejan caer en este lugar mítico para tomar un refresco en un momento u otro de la visita a la isla. Con casi 100 años de vida, sus paredes esconden las historias y leyendas marineras más apasionantes que uno pueda imaginar. Tras una puerta, al fondo del local, se encuentra un pequeño museo de huesos y dientes de cachalote con grabados de escenas de la vida de la isla.

Un último tramo aéreo me devuelve a Ponta Delgada, donde pernocto. Al día siguiente toca regreso a Barcelona.

Con las Azores se acaba este largo periplo por la Macaronesia. Pero esto no termina aquí: mañana daremos un gran salto a otra isla del Atlántico...mucho más al norte. Stay tuned.

sábado, 24 de marzo de 2012

Un paseo por Flores

Aldeia da Cuada, Flores, Azores. Esta isla es deliciosamente bella. Hoy lo dedico a recorrerla entera en coche.
Desde Cuada, la carretera asciende primero hacia los lagos volcánicos del interior: caldeira branca y caldeira funda. Las vistas y la tranquilidad que se respira aquí arriba parecen sacadas de otro mundo. Es viernes santo de 2009 y no veo ni un solo turista.

Atravesando la reserva natura forestal de Morro Alto se llega a la localidad de Ponta Delgada, en la costa. A lo lejos, la pequeña y todavía más aislada isla de Corvo muestra su perfil rodeado de misterio.


Un poco más al este, en la mismísima punta y en medio de prados verdes y vacas, se encuentra el faro de Albamaz.

Una vez en la parte sur, me acerco hasta la villa costera de Lajes das Flores, pequeña y rural. Luego prosigo por Lajedo y Mosteiros, al oeste, donde las formaciones volcánicas surgen de repente de entre la vegetación en forma de altas y prismáticas columnas basálticas. Es la Rocha dos Bordoes, una impresionante formación geológica única en las Azores.


Desde Mosteiros hay un par de miradores hacia la costa oeste de la isla con amplias vistas que invitan a la meditación.

Al atardecer, me acerco hasta la costa para presenciar una última puesta de sol atlántica: esta vez en Faja Grande.

Una vez de noche, se oyen maullidos... muchos maullidos. Provienen de las rocas. No son los gatos, son las pardelas cenicientas o cagarros como las llaman aquí, que acuden a tierra para alimentar a sus crías tras de un largo día pelágico.

viernes, 23 de marzo de 2012

Flores

Aldeia da Cuada, Flores, Azores. Ya estoy en Flores, la alejada y apartada Flores, al oeste del archipiélago de las Azores.
Eine Azoren Karte
Me alojo en una casa de un conjunto rural en plena naturaleza. Se trata de Aldeia da Cuada, un grupo de 14 casas de piedra, al oeste de la isla, que han sido cuidadosamente restauradas para el turismo. La mía se llama Casa do Jose Maria. Tiene 3 dormitorios, sala de estar, cocina y baño. Vamos...que no me la acabo. Aquí no hay restaurante, o sea que deberé ir al colmado; al menos, para lo del desayuno.

El patrón me dice que hay 5 casas ocupadas, pero no se ve ni se oye a nadie. Y fuera está nublado. Son pasadas las 6 de la tarde y me siento muy solo.

A veces buscamos la soledad y la tranquilidad a toda costa, y cuando la encontramos, como en esta isla-apartada-del-mundo que es Flores, no sabemos muy bien cómo gestionarla.

Para no caer en depresión profunda, decido ir a Fajãzinha, el pueblecito de arriba, a cenar a un restaurante frente al mar que se llama Pôrt-do-Sol. Por suerte el local está animado: a mi lado una mesa ocupada por una familia, y un poco más allá, un grupo grande de jóvenes, todos de Flores. Me dedico a observarlos, uno de mis pasatiempos preferidos cuando viajo...¿qué cómo es el floresino? Pues sólo tengo buenas palabras: gente muy educada, hablan bajo, visten bien, con un cierto look italiano, conversan sobre temas interesantes...vamos, "igualito que el español"...

Fuera hay un precioso drago, probablemente centenario. La savia de los dragos es la única de color rojo de todo el reino vegetal. Se la conocía antiguamente como “sangre de drago” y se utilizaba para elaborar tintes y barnices.

He leído en algún sitio que ésta es la punta más occidental de Europa, pero al final...¿qué es Europa? ¿Canarias es también parte de Europa? A nivel administrativo sí, pero es que entonces también lo son Martinica o la Guyana...o La Reunión, en medio del Indico. Ahí queda eso.

Hoy, el horizonte marino va subiendo poco a poco hasta ocultar el sol que permanece impávido en el espacio.