lunes, 21 de septiembre de 2015

La isla de Nosy Be



Nosy Be, Madagascar


Después de visitar una plantación colonial de cacao y café cercana a la costa, nos embarcamos en el pequeño muelle de Ankify, rumbo a la isla de Nosy Be, a 45 minutos. Durante el tramo de 15 km que separa la isla, nos cruzamos con varias embarcaciones pesqueras a vela, características de estas costas.


Cansados del intenso trayecto que comenzó antes de la salida del sol en Ankarana y prosiguió por los red Tsingys, disfrutamos de un merecido descanso en un hotel situado en la zona turística. Por fin un poco de confort y relax. Es la primera vez que contemplamos una puesta de sol desde una hamaca y con una copa en la mano (que de vez en cuando también se agradece... pues, al fin y al cabo, estamos de vacaciones, aunque no lo parezca con el ritmo que llevamos). 

Al día siguiente, excursión al vecino islote de Nosy Tanikely, integrado en una reserva marina, un lugar ideal para practicar el snorkling... o al menos, eso pone en la guías.




Resulta que tras colocarme la máscara, no tardo ni un minuto en notar un desagradable quemazón por todo el cuerpo. No falla: tienen que ser esa infinidad de medusillas, que pululan por toda la zona y que, junto con una gran densidad de microorganismos, entorpecen la visión submarina. Total, tras aguantar estoicamente el picor durante casi una hora, envío el snorkling a paseo y regreso a la playa. Enseguida compruebo que la mayoría de mis colegas han experimentado esa misma desagradable sensación, pero han tenido menos paciencia.

Es la hora de dar de comer a los turistas, y los guías de los diferentes grupos comienzan a cocinar. El irresistible olor de carne a la brasa inmediatamente atrae a todos los lémures de la la isla, que, seguramente, ya saben que a esa hora, cada día hay teca.



De regreso a Nosy Be, visitamos la ca pital, Hell-ville. El paseo comienza por la avenida de la Liberación, flanqueada por antiguos cañones y edificios coloniales. Acabamos en el mercado, donde el bullicio de gente es impresionante.




La isla de Nosy Be es la más grande del país, con unos 300 km2 de superficie. Fue poblada por comerciantes indios y swahili durante el siglo XVI, aunque se convirtió pronto en un polo de atracción para todo tipo de refugiados, comerciantes y colonos de procedencia diversa.


Actualmente es uno de los principales destinos turísticos del país, si no el primero. No obstante, me parece que pocos turistas deben alojarse en hoteles como este:



Por la tarde, los 4x4 nos llevan al monte Passot, la montaña más alta de la isla (329m) para contemplar la puesta de sol (todo un clásico). Lo celebramos con un buen ron oscuro de Madagascar, que nos ayuda a entrar el calor.

viernes, 11 de septiembre de 2015

El Red Tsingy de Madagascar



Ankarana, Madagascar

La carretera principal que comunica Diego Suárez con la capital es un auténtico desastre. No solo está plagada de agujeros sino que el deterioro es tal que en algunos tramos solo queda un pasillo central asfaltado, de no más de un metro de ancho. Nuestra velocidad media es de unos 20-30 km/h. Las distancias son largas y el tiempo eterno.



Por fin llegamos a Joffreville, a la entrada del Parque Nacional de Amber Mountain. Allí nos instalamos en el Nature Lodge, rodeado de vegetación y frente a un barranco. A lo lejos, la gran bahía de Diego Suárez, tan cercana a la vista pero tan distante en coche.



Al día siguiente visitamos el Parque Nacional de Montaña d'Ambre, una extensión de 18.000 hectáreas de selva lluviosa de montaña, con una altura máxima de 1.500 m. Mis colegas recorren un circuito a pie, bajo la lluvia, y yo me acerco a una de sus famosas cascadas:



A su regreso me comunican que han visto una pareja de Roqueros de Lavauden. Excitado pregunto ¿dónde, dónde?. Allí, a la vuelta de la esquina -me contesta el guía. Voy corriendo y miro, y miro, y miro, y requetemiro... pero la pareja se ha esfumado. No me lo acabo de creer. No es posible; era mi única oportunidad de avistar este ave cuyo hábitat en nuestro planeta se limita a este parque, y ellos, sin buscarla, la han visto, y yo no. Ese día me queda un mal humor de fondo todo el día.

La visita se acaba y volvemos a nuestros 4x4. Yo sigo mirando por la ventana, pero el roquero no se deja ver. Al cabo de un rato llegamos al Red Tsingy. Los tsingys son formaciones cársticas en las que la erosión ha moldeado formas que recuerdan a bosques de piedra. En el centro del país se encuentran los más conocidos, como el tsingy negro de Bemaraha, que no visitamos. En cambio, hoy nos encontramos en el denominado Red Tsingy, de color rojizo, cuyo origen se encuentra en la deforestación provocada por el hombre. Hace 50 años no existía nada de lo que hoy vemos aquí:





Improvisamos un pic-nic y descendemos hasta el sendero que transcurre por las espectaculares formaciones que parecen esculpidas por algún artista modernista. Del mismo modo que han aparecido en solo medio siglo, la erosión provocada por la lluvia y el viento las borrará del mapa en los próximos años. Así que ahí van esas fotos para la posteridad.







lunes, 7 de septiembre de 2015

Diego Suárez, la ciudad del norte de Madagascar



Diego Suárez, Madagascar

Hoy de buena mañana emprendemos vuelo desde la capital hasta la punta norte de la isla, desde donde descenderemos en coche hasta Nosy Be en los próximos días. El vuelo tiene lugar con Air Madagascar, la compañía aérea local cuyas huelgas recientes han hundido el turismo del país. Efectivamente, la incertidumbre de si "mañana va a salir mi vuelo o no" han hecho que una gran mayoría de turistas hayan optado por no pasar sus vacaciones en este país en favor de otros donde puedan programar sus desplazamientos con seguridad. La hora de salida del vuelo de hoy, por ejemplo, no la supimos hasta las 21h de ayer. Y eso es así SIEMPRE para todo vuelo interno.



Diego Suárez (Antsiranana en malgache) es una ciudad colonial situada en una gran bahía comparable en tamaño y belleza a las de Río de Janeiro o la de Sydney (bueno... al menos eso dicen por aquí), con su "pan de azúcar" incluido, para ellos un lugar sagrado donde todavía se celebran ceremonias tradicionales. A mí me recuerda a un gigantesco panallet 
de coco de los que hacía mi madre per Tots Sants.




Nos distribuimos en los 4x4 y nos adentramos por los caminos polvorientos que nos llevarán a las Trois Baies (tres bahías). La primera parada tiene lugar cerca del pueblecito de Ramena, en el faro de Cap Mine, junto a la fortificación abandonada de Orangea. Es la entrada a la gran bahía que fue un punto militar estratégico durante la 2ª Guerra Mundial. El 5 de mayo de 1942 acogió  a 13.000 soldados, con tanques y artillería, más de 40 barcos de guerra y 100 cazas: los británicos se habían propuesto tomar la bahía a los franceses en la operación Ironclad como primer paso hacia la ocupación de toda la isla. 


No lo consiguieron y hoy, aquí fuera se divisa otro panorama: una gran laguna verde de nombre Mer Emeraude, en calma pero azotada por un fuerte viento.




Al cabo de poco llegamos a una playa de arena blanca en donde improvisamos un picnic. Los niños juegan con las olas en una estampa que exhala felicidad.




Este debe ser un lugar de parada obligada para los que visitan la zona a juzgar por los tendederos de pareos y los atuendos de las chicas.




Algo muy habitual en esta tierra es la peluquería local: las mujeres pasan una buena parte de su tiempo peinándose unas a otras.




Nuestro recorrido prosigue por las Trois Baies al este de la Gran Bahía: la bahía de Sakalava, la de las Palomas y la de de las Dunas. Sopla el viento y los windsurfistas lo aprovechan. Los niños, en cambio, pasan el rato con lo poco que tienen.




sábado, 5 de septiembre de 2015

Anakao y Nosy Ve, Madagascar



Anakao, Madagascar

En Tuléar, unas motoras nos llevan hasta Anakao, una pequeña localidad costera 35 km al sur de la ciudad. Al llegar al lodge, el Anakao Ocean Lodge situado en la playa, el personal del hotel espera firme en la arena. ¡Igual se piensan que venimos con el Presidente!



El lodge es un lugar tranquilo, con bungalows hechos con materiales locales, sobre la arena blanca y entre las dunas. El lugar perfecto para relajarse un poco en este viaje tan atareado.



Esta tarde aprovecho para hacer un poco de reconocimiento ornitológico y me topo con dos especies nuevas, el zarzalero de Lantz, y el roquero litoral, dos endemismos de esta zona de la isla.




Al día siguiente toca excursión a la vecina Nosy Ve, una isla coralina deshabitada, de tan solo 0.3 x 1.4 km, donde hay la única colonia reproductora de rabijunco colirrojo del país, con más de 10.000 parejas según el guía. Yo me quedo con la duda, pues a lo sumo, y por lo que perciben mis ojitos, yo calculo que podría haber unas 100-200 parejas máximo. Total, que al mirar al día siguiente en Internet, un estudio reciente (2014) habla de 345 parejas reproductoras y un total de 1.035 individuos en este lugar. Y es que hay que ir con mucho cuidado con lo que dice la gente. Exageraciones aparte, siempre me ha fascinado la finísima cola color sangre de esta especie, formada por dos únicas plumas.



La islita es una maravilla de lugar. La atravesamos a pie y acabamos con un baño en las aguas someras del otro lado.





Esa noche, presencio un espectáculo difícil de captar en una misma fotografía: la Vía Láctea (izquierda) y la luz zodiacal (a la derecha). La luz zodiacal es un resplandor observable algunas noches claras producida por la dispersión de la luz solar en los trillones de trillones de partículas, piedrecitas y pedruscos que vagan sueltas orbitando alrededor del Sol en el plano de la elíptica (es decir, en el mismo que la órbita de la Tierra) y por eso se ve en el zodíaco.

jueves, 3 de septiembre de 2015

Parque Nacional de Isalo, Madagascar



Isalo, Madagascar

Hoy volamos en avioneta desde Morondava hasta Tuléar, en la costa SE del país.



En el aeropuerto de Tuléar nos espera un bus para recorrer un largo trayecto hasta el Parque Nacional de Isalo, 250 km al interior. A medio camino hacemos una parada/visita al Parque Nacional de Zombitse, donde avistamos algún que otro lémur, y yo doy con un tetraka de Appert's, un pajarillo 
endémico de este bosque. No lo consigo fotografiar, pero un tal Dubi Shapiro sí lo hizo alguna vez, a juzgar por su foto en google:

Appert's Tetraka (Xanthomixis apperti)

El viaje en bus dura toda la mañana. Hacia el final del trayecto comienzan a aparecer las impresionantes formaciones rocosas características del parque.



La provincia también es conocida por sus zafiros. En Ilakaka, un pueblo fantasma cercano al parque, los habitantes buscan afanados alguno de esos pedruscos que podría transformar sus vidas.






Al día siguiente,mientras el resto del grupo se va a hacer un largo trecking, yo me quedo disfrutando de la estupendas instalaciones y vistas del Isalo Rock Lodge, perfectamente integrado en el paisaje local. Ojalá los arquitectos españoles aprendieran de lugares como éste, en los que los edificios y el paisaje van al unísono.







Esa noche, sin luna y lejos de cualquier luz artificial, se presenta especialmente buena para la fotografía estelar. La Vía Láctea, nuestra galaxia, muestra su mejor cara.