Aitutaki, Islas Cook. Hoy es el día más esperado de mi estancia en Aitutaki, el de la vuelta a la isla en barco con "Aitutaki Adventures". En esta ocasión, sin embargo, no va a ser un verdadero tour-de-l'îlle porque la isla principal no se encuentra en medio del lagon sino desplazada hacia un lado.
La embarcación sale de un lugar cercano al aeródromo. Somos una treintena de turistas y otros tantos locales que nos acompañan con sus hijos a pasar el día en los motus. En el barco, los cooquianos no paran de cantar acompañados de sus ukeleles, y los niños nos deleitan con sus sonrisas y travesuras.
El lagon de Aitutaki es el lugar más popular del país. Representa todo un icono para las agencias de viaje neozelandesas que ofrecen packs para honey-mooners que incluyen dos o tres días en Rarotonga y media semana en un buen hotel de Aitutaki. Y no es para menos.
Tras un buen tramo de lagon, hacemos nuestra primera parada en el motu Akaiami, donde el hidroavión de la Coral Route hacía un alto en su trayecto para millonarios a mediados del siglo pasado (The Coral Route).
Al cabo de un rato y del obligado snorkling, el barco pasa entre dos islotes volcánicos repletos de tortugas marinas. Finalmente llegamos al top-spot del país, un islote de palmeras bordeado de un banco de arena blanca de medio palmo de profundidad: es el motu Tapuaetai, más conocido como One-Foot-Island. Esta es la historia del porqué de ese nombre.
Hace tiempo, uno de los jefes de Aitutaki creó cerca de aquí una reserva marina para asegurar la existencia de recursos en la isla en caso de hambruna, prohibiendo totalmente la pesca.
Un día, Nga, un pescador de Aitutaki no pudo resistir más el hambre que su familia venía padeciendo y aprovechando que todo el mundo estaba en un gran baile nocturno, cogió a su hijo Taongo y se fue en piragua a pescar a la isla. Pescaron todo lo que pudieron.
A la vuelta, de madrugada, uno de los isleños divisó la silueta de una piragua en el lagon. Informó rápidamente al jefe y éste mandó una canoa de guerra para capturar al delincuente. Nga, asustado al ver la canoa, ordenó a su hijo remar con todas sus fuerzas hacia Tapuaetai. Al llegar le dijo que corriese hacia el centro de la isla. El le siguió poniendo sus pies sobre las huellas que había dejado su hijo en la arena.
Nga dejó a su hijo en lo alto de una palmera y le ordenó no bajar hasta el ocaso, mientras él se escondía en el otro lado del motu.
Al llegar los guerreros, siguieron las huellas y pasaron por debajo de la palmera donde se escondía Taongo, sin verlo. Pero encontraron al padre y le preguntaron si había alguien más con él, a lo que respondió: "No. He venido solo", y los guerreros le creyeron porque había solo huellas de una persona.
Tras la puesta de sol, Taonga bajó de la palmera y navegó hasta casa. Su madre no podía creer que todavía siguiera vivo. Los guerreros habían matado a su marido y creía que también a su hijo. Taongo explicó a su madre cómo Nga le había salvado la vida, y desde entonces la historia se hizo popular y Tapuaetai pasó a conocerse como "one-foot-island" o "isla-de-un-solo-pie".
Qué envidia de paisajes...
ResponderEliminarEstoy esperando por unas fotos en un viaje a Asturias... Espero que hayas visto lo que vi yo al conocerlo :)
que tal "anónimo"?
ResponderEliminarUn paraíso, hoy he pasado el día allí y es tan increíble que todas las palabras, fotos no expresan lo que se siente cuando llegas.
ResponderEliminarEspero que lo disfrutes, gracias por tus comentarios
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