São Filipe, Fogo, Cabo Verde. Ya me lo dijo Patrick: el domingo en São Filipe no podrás hacer nada porque la ciudad se queda literalmente muerta. No podía haber acertado mejor: esto parece una ciudad fantasma, como si la gente se hubiera ido en masa a otra isla.
Como hoy no pasa absolutamente nada digno de contar, aprovecho un poco para hablar acerca de la ciudad.
São Filipe es la segunda ciudad más antigua de Cabo Verde, después de Cidade Velha en Santiago. Con sus 6.000 habitantes, es una villa tranquila y afable, la más limpia del país, y también la más calurosa. Está ubicada a modo de gran balcón con vistas al mar y a la vecina isla de Brava y sus islotes circundantes. Abajo, la enorme playa de arena negra.
Sus calles conservan los adoquines originales, y las casas están pintadas de colores pastel: rosa, verde, azul, amarillo, naranja, violeta, gris...todas con sus tejados anaranjados. Abundan las plazas y los rincones ajardinados. Es un regalo para la vista.
Pero en lugar de explicar la historia de la ciudad (que personalmente desconozco y seguro que está en Wikipedia) hablaré un poco del sobrado, esa construcción tan arraigada al colonialismo portugués. En ella vivían los morgados o terratenientes y aristócratas. Constaba de dos pisos, y tenía balcones de madera labrada. Abajo se encontraban la cocina y las habitaciones de los esclavos, donde me alojo yo, ¡No quiero ni imaginarme lo que habrán visto estas paredes!... También había un quintal, o patio, donde se bailaba los días de fiesta. En el piso de arriba vivían los señores. Las habitaciones estaban adornadas con bellas pinturas, pianos, mecedoras...en fin, todo eso tan europeo.
Aquí en São Filipe se encuentran los sobrados más bonitos de Cabo Verde. Considerados Patrimonio Cultural, esos edificios confieren a la ciudad un atractivo especial que vale la pena ver.
Como hoy no pasa absolutamente nada digno de contar, aprovecho un poco para hablar acerca de la ciudad.
São Filipe es la segunda ciudad más antigua de Cabo Verde, después de Cidade Velha en Santiago. Con sus 6.000 habitantes, es una villa tranquila y afable, la más limpia del país, y también la más calurosa. Está ubicada a modo de gran balcón con vistas al mar y a la vecina isla de Brava y sus islotes circundantes. Abajo, la enorme playa de arena negra.
Sus calles conservan los adoquines originales, y las casas están pintadas de colores pastel: rosa, verde, azul, amarillo, naranja, violeta, gris...todas con sus tejados anaranjados. Abundan las plazas y los rincones ajardinados. Es un regalo para la vista.
Pero en lugar de explicar la historia de la ciudad (que personalmente desconozco y seguro que está en Wikipedia) hablaré un poco del sobrado, esa construcción tan arraigada al colonialismo portugués. En ella vivían los morgados o terratenientes y aristócratas. Constaba de dos pisos, y tenía balcones de madera labrada. Abajo se encontraban la cocina y las habitaciones de los esclavos, donde me alojo yo, ¡No quiero ni imaginarme lo que habrán visto estas paredes!... También había un quintal, o patio, donde se bailaba los días de fiesta. En el piso de arriba vivían los señores. Las habitaciones estaban adornadas con bellas pinturas, pianos, mecedoras...en fin, todo eso tan europeo.
Aquí en São Filipe se encuentran los sobrados más bonitos de Cabo Verde. Considerados Patrimonio Cultural, esos edificios confieren a la ciudad un atractivo especial que vale la pena ver.
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