Rotorua, North Island, Nueva Zelanda.Ya desde en el avión y antes de tomar tierra en el aeropuerto de Rotorua, se percibe el olor a huevos podridos, perdón...que soy químico... a ácido sulfhídrico.
Rotorua es una de las zonas geotérmicas más activas y a la vez más accesibles del mundo. Aquí la tierra está caliente, tanto, que las aves que nidifican en el suelo no tienen que incubar sus huevos. Se ven muestras de vulcanismo por todas partes, fuentes sulfurosas, géysers, fumarolas, barro hirviendo, terrazas de silicatos de todos los colores...
Pero todo eso lo reservo para mañana. Hoy paseo por las calles de la ciudad, muy diferentes y mucho más animadas que las de la ciudades de la Isla Sur. Tanto es así que a esta población se la ha llegado a apodar, un tanto exageradamente, Roto-Vegas. También aprovecho para dar una vuelta en coche por su lago.
Rotorua es uno de los destinos más visitados de Nueva Zelanda. El centro de información parece un museo de actividades.
La ciudad tiene unos estupendos jardines al más perfecto estilo inglés, los Gobernment Gardens, que albergan el Rotorua Museum de arte maorí.
Pero la gran diferencia con la Isla Sur (aparte de unos grados más de temperatura) es la presencia de maorís. Así como allí no vi ninguno, aquí en Rotorua, son muy frecuentes. Hace siglos que llegaron, parece ser que procedentes de las Marquesas, y se quedaron aprovechando estas aguas termales para cocinar y para protegerse del frío invernal.
Rotorua es una de las zonas geotérmicas más activas y a la vez más accesibles del mundo. Aquí la tierra está caliente, tanto, que las aves que nidifican en el suelo no tienen que incubar sus huevos. Se ven muestras de vulcanismo por todas partes, fuentes sulfurosas, géysers, fumarolas, barro hirviendo, terrazas de silicatos de todos los colores...
Pero todo eso lo reservo para mañana. Hoy paseo por las calles de la ciudad, muy diferentes y mucho más animadas que las de la ciudades de la Isla Sur. Tanto es así que a esta población se la ha llegado a apodar, un tanto exageradamente, Roto-Vegas. También aprovecho para dar una vuelta en coche por su lago.
Rotorua es uno de los destinos más visitados de Nueva Zelanda. El centro de información parece un museo de actividades.
La ciudad tiene unos estupendos jardines al más perfecto estilo inglés, los Gobernment Gardens, que albergan el Rotorua Museum de arte maorí.
Pero la gran diferencia con la Isla Sur (aparte de unos grados más de temperatura) es la presencia de maorís. Así como allí no vi ninguno, aquí en Rotorua, son muy frecuentes. Hace siglos que llegaron, parece ser que procedentes de las Marquesas, y se quedaron aprovechando estas aguas termales para cocinar y para protegerse del frío invernal.
A pesar de la dominancia de la sociedad anglo-sajona, Nueva Zelanda es un buen ejemplo de integración de dos razas con culturas bien diferenciadas. Los maorís constituyen el 15% de la población del país, pero existe una gran proporción de mestizaje. La convivencia es tan buena que alguien dijo una vez que las relaciones entre razas se solucionarán algún día en el seno de Nueva Zelanda.
Vale la pena, aunque sea por sólo una vez, asistir a una de las actuaciones folklóricas de un grupo maorí, incluso sabiendo que es 100% para turistas. El que ofrecen en Te Puia parece uno de los mejores, así que me apunto. Lo primero que me sorprende es que no hay percusión: así como en Polinesia el tambor es parte importantísima del folklore, aquí no existe. Aparte de ceremonias de bienvenida, cantos y demostraciones varias, lo que más destaca es el haka, ese baile guerrero maorí que ha saltado a la fama por ser interpretado por los jugadores de rugby antes de los encuentros. Las caras de los integrantes son francamente divertidas, ricas en expresiones grotescas, cuyo origen era intimidar a las tribus contrarias. Aquí os dejo una selección que no tiene pérdida:
Vale la pena, aunque sea por sólo una vez, asistir a una de las actuaciones folklóricas de un grupo maorí, incluso sabiendo que es 100% para turistas. El que ofrecen en Te Puia parece uno de los mejores, así que me apunto. Lo primero que me sorprende es que no hay percusión: así como en Polinesia el tambor es parte importantísima del folklore, aquí no existe. Aparte de ceremonias de bienvenida, cantos y demostraciones varias, lo que más destaca es el haka, ese baile guerrero maorí que ha saltado a la fama por ser interpretado por los jugadores de rugby antes de los encuentros. Las caras de los integrantes son francamente divertidas, ricas en expresiones grotescas, cuyo origen era intimidar a las tribus contrarias. Aquí os dejo una selección que no tiene pérdida:
Vamos ¡como para salir corriendo si te encuentras uno por la calle!
No hay comentarios:
Publicar un comentario