miércoles, 23 de enero de 2013

El pueblo de Tarrafal al norte de Santiago


Isla Santiago, Cabo Verde. La población pesquera de Tarrafal, al norte de la isla de Santiago, es uno de los puntos de interés de Cabo Verde. Para llegar hay que recorrerse toda la isla, la mayor del país. Son 75 km, pero no importa.

Al contrario, ¿qué mejor manera de conocer esta tierra que recorriéndola de punta a punta? Además, tengo dos especies de aves nuevas por ver: el alción cabeciblanco (Halcyon leucephala) y el carricero de Cabo Verde (Acrocephalus brevipennis). Así que pronto por la mañana hablo con Manuel, un taxista que acabo de conocer en la puerta del hotel, y acordamos un precio global para dar la vuelta a la isla.

El centro de Santiago es muy montañoso. La carretera, todavía adoquinada, transcurre por lugares inhóspitos, como este puente cercano al Pico da Antonia, de 1400 m.

La primera de las dos especies, el alción, no tarda nada en aparecer. De hecho es muy común, tanto que se ha convertido en el símbolo de la isla. Incluso la compañía aérea doméstica se llama Halcyon Air. Aquí se le conoce como passarinha. Se encuentra solo en Santiago, Fogo y Brava, aunque un día yo vi uno en Mayo (¿quizás el primero en colonizarla?)

Le digo a Manuel que ahora toca encontrar la otra, el carricero. Se trata del típico pajarillo marrón sin ningún otro interés que el de ser un endemismo de este país. Manuel ni siquiera ha oído hablar de él, pero el pobre se preocupa por encontrarlo parando frecuentemente el coche en lugares propicios. Pero nada; ni rastro.

Finalmente llegamos a Tarrafal. Se trata de un pueblo de pescadores importante, con 18.000 habitantes. Es también un destino popular entre los extranjeros por su playa y tranquilidad.


Hoy, como todos los días, los pescadores regresan de faenar con sus barcas de colores. Me acerco a una de ellas para curiosear pensando encontrarme con la típica cesta de pescaditos y... ostras, me quedo helado cuando un individuo saca del interior la cabeza decapitada de un enorme tiburón martillo. No me lo esperaba. Esta bestia es muy grande.


Fuera, las mujeres y los jóvenes charlan tranquilamente en el balcón de un edificio municipal. Y es que el tiempo no pasa en esta isla. ¿Sabéis por qué? Fijaros bien:

¿Cómo va a pasar el tiempo si el reloj municipal está pintado? Siempre son las 12 menos 10. Genial.

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