Las Terrenas, Samaná, República Dominicana. En este país existe un servicio de moto-taxi conocido como concho que por 50 pesos (1 euro) te llevan de un lugar a otro. Los hay por todas partes. Sólo en Las Terrenas son más de 500.
Así que por la mañana me pillo un conchero para que me lleve a Playa Bonita, al oeste de Las Terrenas. Hace un calor tremendo y, por suerte, no es obligatorio llevar casco. Se trata de la típica playa de arena dorada con cocoteros, uno de esos paisajes que tanto gusta a las agencias de viajes...bueno, y a mi también.El lugar es tranquilo, especialmente cuando uno lo compara con el bullicio de Las Terrenas. "Por fin", pienso. Tras un baño, el conchero me recomienda ir a otra playa, un poco más al oeste: Playa Cosón. Resulta toda una aventura circular en moto por estos caminos llenos de baches, pero el tortuoso trayecto vale la pena.Invito a un refresco a mi motorista y aprovecho para charlar un rato con él. Me explica que el actual presidente, un tal Leonel, ha puesto mucha policía para controlar la delincuencia y velar por la seguridad del turista. Dice que hay mucha inmigración procedente de Haiti. Pero es que los de aquí también intentan escapar. Estos lo hacen en patera, a Puerto Rico, en un trayecto de 100 km y dos días de navegación. Comparado con Gibraltar, esto es una hazaña, pienso.
De regreso a Las Terrenas el conchero me deja en el restaurante Los Cayucos. La patrona, una francesa juntada con un italiano, se alegra de verme de nuevo. El pescado es buenísimo y muy fresco.
Así que por la mañana me pillo un conchero para que me lleve a Playa Bonita, al oeste de Las Terrenas. Hace un calor tremendo y, por suerte, no es obligatorio llevar casco. Se trata de la típica playa de arena dorada con cocoteros, uno de esos paisajes que tanto gusta a las agencias de viajes...bueno, y a mi también.El lugar es tranquilo, especialmente cuando uno lo compara con el bullicio de Las Terrenas. "Por fin", pienso. Tras un baño, el conchero me recomienda ir a otra playa, un poco más al oeste: Playa Cosón. Resulta toda una aventura circular en moto por estos caminos llenos de baches, pero el tortuoso trayecto vale la pena.Invito a un refresco a mi motorista y aprovecho para charlar un rato con él. Me explica que el actual presidente, un tal Leonel, ha puesto mucha policía para controlar la delincuencia y velar por la seguridad del turista. Dice que hay mucha inmigración procedente de Haiti. Pero es que los de aquí también intentan escapar. Estos lo hacen en patera, a Puerto Rico, en un trayecto de 100 km y dos días de navegación. Comparado con Gibraltar, esto es una hazaña, pienso.
De regreso a Las Terrenas el conchero me deja en el restaurante Los Cayucos. La patrona, una francesa juntada con un italiano, se alegra de verme de nuevo. El pescado es buenísimo y muy fresco.
Por la noche salgo a pasear y entro en un local para tomar una piña colada. De repente me percato que debo haberme transformado en Míster Universo o algo así porque una multitud de señoritas acuden a mí atraídas por mis irresistibles encantos ¿será la nueva colonia que me he traído de España?
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