Hanga Roa, Isla de Pascua. En isla de Pascua solo hay una playa de arena dorada, la playa de Anakena, donde desembarcó Hotu Mana, el fundador legendario de la isla. El lugar está envuelto de misterio y magia. Entre las palmeras y allí donde acaba la arena se erigen siete moáis de espaldas al mar, cuatro de los cuales conservan su pukao o moño rojo. Es el Ahu Naunau cuya restauración tuvo lugar en 1978. Su director, Sergio Rapu, descubrió aquí que los moáis originalmente lucían ojos hechos de coral blanco.
En otro lugar de la playa hay un segundo ahu con un único moái: el Ature Huki, que fue re-erigido por Thor Eyerdhal en 1955. Se encuentra en un estado muy deteriorado y está siendo víctima del liquen que afecta a todas estas estatuas. Si no se hace algo rápidamente, este liquen acabará con los moáis y con todos los tikis de Polinesia (ver este post sobre los tikis de Hiva Oa en las Marquesas)
Anakena es uno de esos lugares de los que no te quieres ir. Me hubiera quedado aquí un día entero, hubiera esperado a que se fueran los turistas y hubiera dormido al pie de uno de los moáis mirando las estrellas y escuchando los susurros entre ellos bajo la luna.
No tengo ninguna foto mía panorámica de toda la playa porque había que escalar una colina para obtenerla, pero dada la belleza del enclave voy a hacer una excepción y colocar una sacada de la web de alguien que sí trepó: es una maravilla.
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