Hanga Roa, Isla de Pascua. Hace unos días una amiga mía me preguntaba si escribiría algún día sobre la Isla de Pascua. Dio en el clavo. Yo sabía que me estaba dejando una isla del Pacífico por abordar, pero no caía en cuál era. Ahora sí: Isla de Pascua, año 2003.
Isla de Pascua, o Rapa Nui, fue descubierta por los occidentales un domingo de Pascua de 1722 por el holandés Jacob Roggeveen. ¿Y qué hacía un holandés por aquella zona del Pacífico en el siglo XVIII si ellos siempre venían a Oriente por Asia? Resulta que el tipo andaba buscando la denominada Tierra de Davis, una enorme masa terrestre que el pirata Edward Davis decía haber visto en 1687 al oeste de la isla de Juan Fernández, frente a Chile.
Pero Roggeveen se encontró no con una gran masa de tierra sino con una minúscula isla, no más grande que dos veces Formentera, aislada del resto del mundo, y habitada por seres que adoraban unas figuras enormes.
Isla de Pascua es Polinesia tanto como Tahiti, Hawai o Nueva Zelanda. Antes de la llegada de los chilenos (políticamente la isla pertenece a Chile), Rapa Nui estaba habitada por polinesios que llegaron con sus canoas procedentes de las Marquesas. No se sabe con certeza cuánto tiempo hace de esto, pero las últimas investigaciones apuntan hacia una fecha mucho más cercana (alrededor de 1200 dC) de lo que se había venido aceptando hasta ahora (900 dC). Así que cuando Roggeveen visitó la isla, los rapa nuis quizás llevaban solo 5 siglos en aquél recóndito rincón del Pacífico.
La colonización de la isla debió de estar precedida de multitud de intentos fallidos. Intentos de valientes polinesios que se adentraron en el vasto océano a la conquista de nuevas tierras, y que solo vieron agua y más agua hasta que perecieron. Topar por casualidad con una minúscula isla perdida en la inmensidad del océano a miles de km de cualquier otro trocito de tierra, es, si uno se pone a calcular, tremendamente improbable. Basta que pases a unas cuantas millas de su costa, o pilles un día nublado, y zas...te la pasas de largo.
En esta ocasión, yo sí que no me la pasaré de largo, procedente de Tahiti y a bordo del vuelo de Lan Chile. Por cierto, es una muy buena opción llegar a Tahiti con esta compañía pues el tramo Santiago-Papeete hace escala en Isla de Pascua y permite quedarse aquí unos días para visitar la isla.
Un buen día para haber ido a visitarla hubiera sido el 11 de Julio de 2010: hubo un eclipse total de sol, algo improbabilísimo. Ya son raros los eclipses de sol por sí solos, imaginad ahora que encima la sombra de la luna pase por un lugar tan preciso. Quizás sea tan improbable como haber encontrado vuelo y permiso para venir aquí ese día, pues las autoridades, temiendo un colapso total de la isla, restringieron a 3.000 el número de afortunados.
Isla de Pascua, o Rapa Nui, fue descubierta por los occidentales un domingo de Pascua de 1722 por el holandés Jacob Roggeveen. ¿Y qué hacía un holandés por aquella zona del Pacífico en el siglo XVIII si ellos siempre venían a Oriente por Asia? Resulta que el tipo andaba buscando la denominada Tierra de Davis, una enorme masa terrestre que el pirata Edward Davis decía haber visto en 1687 al oeste de la isla de Juan Fernández, frente a Chile.
Pero Roggeveen se encontró no con una gran masa de tierra sino con una minúscula isla, no más grande que dos veces Formentera, aislada del resto del mundo, y habitada por seres que adoraban unas figuras enormes.
Isla de Pascua es Polinesia tanto como Tahiti, Hawai o Nueva Zelanda. Antes de la llegada de los chilenos (políticamente la isla pertenece a Chile), Rapa Nui estaba habitada por polinesios que llegaron con sus canoas procedentes de las Marquesas. No se sabe con certeza cuánto tiempo hace de esto, pero las últimas investigaciones apuntan hacia una fecha mucho más cercana (alrededor de 1200 dC) de lo que se había venido aceptando hasta ahora (900 dC). Así que cuando Roggeveen visitó la isla, los rapa nuis quizás llevaban solo 5 siglos en aquél recóndito rincón del Pacífico.
La colonización de la isla debió de estar precedida de multitud de intentos fallidos. Intentos de valientes polinesios que se adentraron en el vasto océano a la conquista de nuevas tierras, y que solo vieron agua y más agua hasta que perecieron. Topar por casualidad con una minúscula isla perdida en la inmensidad del océano a miles de km de cualquier otro trocito de tierra, es, si uno se pone a calcular, tremendamente improbable. Basta que pases a unas cuantas millas de su costa, o pilles un día nublado, y zas...te la pasas de largo.
En esta ocasión, yo sí que no me la pasaré de largo, procedente de Tahiti y a bordo del vuelo de Lan Chile. Por cierto, es una muy buena opción llegar a Tahiti con esta compañía pues el tramo Santiago-Papeete hace escala en Isla de Pascua y permite quedarse aquí unos días para visitar la isla.
Un buen día para haber ido a visitarla hubiera sido el 11 de Julio de 2010: hubo un eclipse total de sol, algo improbabilísimo. Ya son raros los eclipses de sol por sí solos, imaginad ahora que encima la sombra de la luna pase por un lugar tan preciso. Quizás sea tan improbable como haber encontrado vuelo y permiso para venir aquí ese día, pues las autoridades, temiendo un colapso total de la isla, restringieron a 3.000 el número de afortunados.
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