Isla Hall, Tierra de Francisco José, Rusia. Estamos anclados delante la isla de Hall, frente al cabo Tegetthoff. Sus dos farallones dan un toque soberbio y misterioso al lugar. Ayer noche, al llegar, los vimos contrastando con el sol de medianoche.
El día siguiente amanece con niebla y lluvia. El capitán decide no tomar tierra e ir directamente a la vecina isla de Wilczek, la primera tierra que vio la expedición de von Payer en 1873. Aquí se encuentra la tumba de uno de los miembros de aquella expedición austríaca, el maquinista Otto Krisch. La mayoría del pasaje asciende a la tumba por un camino de vértigo. El bueno de John y yo nos quedamos en la zodiac, y los dos tripulantes rusos nos propinan con un pequeño paseo por la costa. Un precioso arao aliblanco nos deleita la vista con sus patas rojas como la sangre.
Al mediodía volvemos a intentar el desembarco en cabo Tegetthoff, en la isla de Hall. Esta vez sí logramos poner pie en tierra. Las dos agujas nos resguardan. No muy lejos de la costa, en una explanada repleta de musgo, vemos una cabaña abandonada. Nos acercamos. A su alrededor descubrimos restos de vidrio, cerámica, film de película fotográfica, cajas de cerillas, hasta una caja de de comida semiabierta de la que salía un cierto olor a patata. Se trata de la cabaña de la expedición del americano Walter Wellmann que acampó aquí en 1898, y que el frío polar había mantenido prácticamente intacta durante un siglo. Wellmann había recibido permiso de Jackson (el que rescató a Nansen) para utilizar parte de las reservas que habían dejado atrás.
Posiblemente éramos los primeros que visitaban este lugar desde que Wellmann lo abandonase hace un siglo. El acceso a la Tierra de Francisco-José estuvo cerrado a los occidentales hasta 1991, año en que Rusia puso final a la guerra fría y comenzaron a abrir las fronteras. Los años 92, 93 y 94, nuestro buque, el Profesor Molchanov, intentó llegar al archipiélago con un grupo de turistas pero se encontró con un mar helado que no les dejó pasar más allá de la isla de Northbrook, en el sur (la que visitaremos mañana). En este cuarto intento el hielo ha retrocedido mucho y por fin se ha podido navegar por el archipiélago en toda su extensión. Hay un matrimonio austríaco en el pasaje que ha estado en todas las expediciones anteriores del Profesor Molchanov. En esta ocasión, por fin han conseguido llegar; ellos, y el resto de la tripulación.
El día siguiente amanece con niebla y lluvia. El capitán decide no tomar tierra e ir directamente a la vecina isla de Wilczek, la primera tierra que vio la expedición de von Payer en 1873. Aquí se encuentra la tumba de uno de los miembros de aquella expedición austríaca, el maquinista Otto Krisch. La mayoría del pasaje asciende a la tumba por un camino de vértigo. El bueno de John y yo nos quedamos en la zodiac, y los dos tripulantes rusos nos propinan con un pequeño paseo por la costa. Un precioso arao aliblanco nos deleita la vista con sus patas rojas como la sangre.
Al mediodía volvemos a intentar el desembarco en cabo Tegetthoff, en la isla de Hall. Esta vez sí logramos poner pie en tierra. Las dos agujas nos resguardan. No muy lejos de la costa, en una explanada repleta de musgo, vemos una cabaña abandonada. Nos acercamos. A su alrededor descubrimos restos de vidrio, cerámica, film de película fotográfica, cajas de cerillas, hasta una caja de de comida semiabierta de la que salía un cierto olor a patata. Se trata de la cabaña de la expedición del americano Walter Wellmann que acampó aquí en 1898, y que el frío polar había mantenido prácticamente intacta durante un siglo. Wellmann había recibido permiso de Jackson (el que rescató a Nansen) para utilizar parte de las reservas que habían dejado atrás.
Posiblemente éramos los primeros que visitaban este lugar desde que Wellmann lo abandonase hace un siglo. El acceso a la Tierra de Francisco-José estuvo cerrado a los occidentales hasta 1991, año en que Rusia puso final a la guerra fría y comenzaron a abrir las fronteras. Los años 92, 93 y 94, nuestro buque, el Profesor Molchanov, intentó llegar al archipiélago con un grupo de turistas pero se encontró con un mar helado que no les dejó pasar más allá de la isla de Northbrook, en el sur (la que visitaremos mañana). En este cuarto intento el hielo ha retrocedido mucho y por fin se ha podido navegar por el archipiélago en toda su extensión. Hay un matrimonio austríaco en el pasaje que ha estado en todas las expediciones anteriores del Profesor Molchanov. En esta ocasión, por fin han conseguido llegar; ellos, y el resto de la tripulación.
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