Bora Bora, Polinesia Francesa. Ayer llegué a Bora Bora, una isla a la que nunca he faltado siempre que me he dejado caer por estas tierras. ¿Por qué? Sencillamente porque para mí sigue siendo la más bonita de este mundo.
En el avión me cojo ventanilla lado izquierdo, imprescindible para obtener una buena vista desde arriba. Al acercarse uno pronto se percata de que esto es diferente a todo cuanto ha visto antes. El color azul intenso del lagon y la majestuosidad de su volcán, el Ote Manu, no tienen parangón. Por desgracia en esta ocasión la ventanilla del avión está algo rallada y la imagen queda un poco borrosa.
El aeródromo de la isla está situado en un motu (un islote adyacente). Un jet privado, seguramente de algún jeque árabe, se encuentra aparcado en un rincón. Impresionante.
Una navette nos lleva al pueblo principal, Vaitapé, donde me espera mi Mami Rossina, en cuya pensión pasaré mis próximos 8 días. Aquí son las fiestas (Heiva) y van a pasar muchas cosas. Espero que me sigáis.
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