Manihi, Archipiélago de las Tuamotu, Polinesia Francesa. Hoy, día de mi partida de Manihi, me encontraba meditativo en el pontón de la pensión, contemplando la belleza del lagon ¿Paraíso o infierno? me preguntaba.
Sin duda, el paraíso no es. Vivir en una isla medio-apartada del mundo (y remarco lo de medio-apartada, pues las necesidades mínimas están cubiertas) conlleva una enorme lista de problemas, al menos para los que hemos crecido en un ambiente occidental. Os cuento cuatro cosas que han pasado en menos de 24 h y lo que representan.
1. Ayer salgo a pasear en un pequeño bote a motor, invitado por unos italianos que han atracado su velero frente a la pensión. A los 100 m escasos, ¡catacrac!...el capitán se ha despistado hablando conmigo, hemos topado con un escollo y en un microsegundo la hélice ha quedado hecha papilla. El pequeño despiste le costará al capitán no solo una buena suma de dinero, sino que tendrá que esperar vete a saber cuánto tiempo a que llegue una nueva hélice desde Papeete, si es que la tienen en stock.
Pero es que antes de ayer, Chris, el de la pensión de Tikehau, tuvo una avería grave en su motor de 250 CV. Tuvo que hacer venir un mecánico de Papeete, y pagarle el vuelo y la estancia para que le hiciera el diagnóstico. Luego, manda al mecánico de vuelta a Papeete, encarga las piezas a Francia, espera otra buena semana, haz volver al mecánico...bueno...la ruina!
En Bora Bora, Samuel me contaba que cada vez que su coche se averiaba o necesitaba pasar la revisión, había que enviarlo en barco a Papeete. Solo el envío le costaba 500€. ¿Y no hay ningún mecánico en Bora que te pueda hacer la revisión aquí? -pregunto inocente a Samuel. Oui, pero no te puedes fiar: te roban piezas o te las cambian por antiguas. Tu sais? lo primero que se aprende a hacer en esta vida es tricher (hacer trampas). Pongo cara de alucinado.
2. El congelador de la pensión se ha roto. La cocina de una pensión tropical no puede pasar sin congelador...es absolutamente prioritario. Pues bien, éste ha dicho basta. Vaiana tiene que encargar uno nuevo a Papeete porque este ya es viejo y la reparación y el envío costaría más que uno de trinca.
3. Estos días, como vengo reportando en este blog, el fuerte viento ha hecho subir el nivel del agua del lagon, con lo que a la vecina de al lado se le ha inundado el huerto. Es agua salada, así que lo tendrá que rehacer todo: tomates, sandías, legumbres, tout perdu...está deprimida. Aquí, en la pensión, en el dique que protege la pensión del lagon, la arena ha sufrido un socabón y Vaiana deberá llamar a un chico para que traiga sacos de arena de otro lugar y reponer el daño.
4. En los motus todo funciona con energía solar. Como ha estado nublado, el nivel de electricidad de las baterías está bajo y Vaiana debe esperar a que vuelva a salir el sol para poner lavadoras.
5. Todos los enseres llegan en un barco semanalmente desde Papeete. En el almacén o colmado del pueblo las cosas se acaban. Hoy no hay huevos, mañana quién sabe si habrá leche.
6. ¿Te encuentras mal? dolipram (paracetamol), ¿tienes la gripe? dolipram, ¿padeces de gota? dolipram, ¿estás deprimido? dolipram, ¿tienes bronquitis, colitis, apendicitis, ...? dolipram. El paracetamol aquí es como el “one size fits all” de las gorras americanas, pero en versión medicamento.
7. Si me apuráis, podemos también añadir los mosquitos, las moscas, los nonos (una especie de micromosca de playa que muerde con rabia), la insolación, la ausencia total de teatros, cines, ópera, exposiciones, espectáculos (que no sean de danza, claro), tiendas de cualquier tipo, mecánicos, hospitales, casales...¿sigo?
8. Solo una cosa parece paliar en cierta manera todos estos problemas: el acceso a Internet, léase Facebook y Skype. No he conocido a ningún joven que no tenga una cuenta en una red social.
9. Y para colmo, anoche me comentaron otro caso de ahorcamiento en las islas. Entre 18 y 36 suicidios (y más de 200 intentos) tienen lugar entre los jóvenes de esta tierra, un 30% superior a la media mundial y un 100% más que en Francia. Mirad este link.
Desde luego, el que lo deja todo para irse a vivir a una isla tiene que saber muy bien lo que hace. Si tienes caviar para desayunar, comer y cenar cada día del año, puede que al final acabes odiando el caviar y desees un buen huevo frito.
¿Paraíso o infierno? Pues ni una cosa ni la otra, quizás más bien un “caramelo que lleva veneno”.
Por si las moscas, mejor estar en una isla con aeropuerto...
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