Vaitapé, Bora Bora, Polinesia Francesa. Uno de los motivos principales por el que vuelvo a Bora Bora en Julio es para presenciar el concurso de danzas locales que tiene lugar durante la primera quincena en la plaza Moto'i de Vaitapé. Se trata de una esplanada de arena coralina, al aire libre y frente al puerto, en la que los músicos y bailarines actúan por la noches durante dos horas. Son bailarines no profesionales, representantes de las diferentes comunas de la isla, que desde el mes de marzo vienen practicando duramente y elaborando a mano sus espectaculares atuendos para este día. Los últimos ensayos tienen lugar la tarde antes del espectáculo, como este realizado dos horas antes:
La noche se divide en dos partes: en la primera el primer grupo interpreta los cantos (himené) y recita historias (orere). En la segunda parte (la más esperada por todo el mundo) el segundo grupo interpreta el espectáculo de danza propiamente dicho (otea).
Hoy, la cuarta noche de concursos del Heiva de Bora Bora, el grupo de himené es el Amanahune, que luce un vistoso conjunto de tonos amarillos, naranjas y ocres.
A continuación tienen lugar los recitales que, si no entiendes el tahitiano como yo, pueden resultar un poco largos. Al acabar, el alcalde de Bora Bora, Gaston Tong Sang, ofrece una corona de flores al recitador.
Y finalmente el grupo de danza...lo que todo el mundo estaba esperando. Esta noche es el turno del grupo Nunue. Estoy sentado en la arena del escenario, en primera fila, rodeado de los familiares de los intérpretes. La mayoría está expectante, aunque siempre hay alguno al que le interesan otros asuntos...
¡Y por fin el repicar ensordecedor de los tambores! Los bailarines saltan a la pista, son más de 100, se encienden las luces y comienza el frenesí de caderas ondulantes y piernas temblantes, todo impregnado de una inmensa carga sensual. La gente explota en un grito de júbilo ante esa muestra espectacular de color y alegría. El corazón me da un vuelco y una lágrima de emoción brota de mis ojos.
Y, tras la actuación, los bailarines posan orgullosos con sus seres queridos.
La noche se divide en dos partes: en la primera el primer grupo interpreta los cantos (himené) y recita historias (orere). En la segunda parte (la más esperada por todo el mundo) el segundo grupo interpreta el espectáculo de danza propiamente dicho (otea).
Hoy, la cuarta noche de concursos del Heiva de Bora Bora, el grupo de himené es el Amanahune, que luce un vistoso conjunto de tonos amarillos, naranjas y ocres.
A continuación tienen lugar los recitales que, si no entiendes el tahitiano como yo, pueden resultar un poco largos. Al acabar, el alcalde de Bora Bora, Gaston Tong Sang, ofrece una corona de flores al recitador.
Y finalmente el grupo de danza...lo que todo el mundo estaba esperando. Esta noche es el turno del grupo Nunue. Estoy sentado en la arena del escenario, en primera fila, rodeado de los familiares de los intérpretes. La mayoría está expectante, aunque siempre hay alguno al que le interesan otros asuntos...
¡Y por fin el repicar ensordecedor de los tambores! Los bailarines saltan a la pista, son más de 100, se encienden las luces y comienza el frenesí de caderas ondulantes y piernas temblantes, todo impregnado de una inmensa carga sensual. La gente explota en un grito de júbilo ante esa muestra espectacular de color y alegría. El corazón me da un vuelco y una lágrima de emoción brota de mis ojos.
Y, tras la actuación, los bailarines posan orgullosos con sus seres queridos.
y con algún que otro intruso...
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