Corralejo, Fuerteventura, Islas Canarias. Mi segunda escapada a las Canarias (1994) tenía un componente fuertemente ornitológico: fotografiar la tarabilla canaria (Saxicola dacotiae) en Fuerteventura, su único hábitat del planeta. Y también poder observar por primera vez otras aves presentes en la isla, como avutarda hubara, corredor sahariano, vencejo unicolor, curruca tomillera y camachuelo trompetero. Esos fueron mis 6 bimbos, que es como denominamos los ornitólogos catalanes a las especies que vemos por primera vez. Os dejo una foto bajada de internet de la mencionada tarabilla canaria, pues las mías las tengo en diapositiva y acabo de comprobar que mi magnífico Coolscan Nikon (escaneador de diapos) que adquirí hace más de 10 años, no es reconocido por la última versión del sistema Mac OS. Otra de las fantásticas jugadas de los comerciales informáticos: o te vas comprando nuevas máquinas, o en unos años nada de lo que adquiriste con aquel amor y esfuerzo es compatible con nada.
Costó más de lo que me esperaba dar con la tarabilla. Está clasificada "en peligro de extinción", y sólo quedan unos 1500 adultos. El primer día no vi ninguna. El segundo me acerqué con el coche al barranco de Ajuy, donde las guías decían que había varias parejas reproductoras. Y allí estaba, un macho en pleno plumaje primaveral, cantando desde una rama.
Fue uno de esos momentos indescriptibles, esperado e intransferible, una sensación que cuesta expresar con palabras. Siempre me ocurre cuando por fin veo una especie nueva, rara y buscada. ¿Qué es? No lo sé muy bien. Se mezclan la sorpresa y la incertidumbre de conseguir la observación, el propio placer visual de observar el ave en su entorno natural, la inmortalización en una foto, y también una sensación de trofeo y premio. Estoy seguro que si hay algún lector aficionado a los pájaros sabrá a qué me refiero.
Aparte de sus aves, Fuerteventura ofrece paisajes espectaculares. Es la más africana de las Canarias: dunas, barrancos, palmeras, playas de arena dorada, y sobretodo viento, mucho viento. No en vano Fuerteventura viene de fuerte viento (digo yo...no sé).
Costó más de lo que me esperaba dar con la tarabilla. Está clasificada "en peligro de extinción", y sólo quedan unos 1500 adultos. El primer día no vi ninguna. El segundo me acerqué con el coche al barranco de Ajuy, donde las guías decían que había varias parejas reproductoras. Y allí estaba, un macho en pleno plumaje primaveral, cantando desde una rama.
Fue uno de esos momentos indescriptibles, esperado e intransferible, una sensación que cuesta expresar con palabras. Siempre me ocurre cuando por fin veo una especie nueva, rara y buscada. ¿Qué es? No lo sé muy bien. Se mezclan la sorpresa y la incertidumbre de conseguir la observación, el propio placer visual de observar el ave en su entorno natural, la inmortalización en una foto, y también una sensación de trofeo y premio. Estoy seguro que si hay algún lector aficionado a los pájaros sabrá a qué me refiero.
Aparte de sus aves, Fuerteventura ofrece paisajes espectaculares. Es la más africana de las Canarias: dunas, barrancos, palmeras, playas de arena dorada, y sobretodo viento, mucho viento. No en vano Fuerteventura viene de fuerte viento (digo yo...no sé).
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