Skaftafell, Islandia. Tras un primer día en Reikiavik, conozco a quienes van a ser mis compañeros durante la vuelta a Islandia. Alemanes, suizos, franceses, ingleses, italianos y 4 aragoneses. En total unos 25. El guía es islandés, y parece ser que es un actor de TV que en verano se dedica a pasear turistas.
El tour comienza por la zona sur de la isla, dirección Selfoss. Es agosto, pero la temperatura no sobrepasa los 15º, más bien se queda sobre los 10º durante la mayor parte del viaje, y con lluvia casi todos los días. Ya me lo dijeron: aquí hay que venir en Junio.
La parte sur de la isla es como un gran delta, con infinidad de riachuelos y meandros que tratan desesperadamente de llegar al mar. Es sorprendente que exista una carretera estable por aquí.
De vez en cuando el bus hace una parada: normalmente se trata de una cascada. Una de los cientos que veremos a lo largo del viaje. Primero es la de Seljalandsfoss (abajo) y luego la de Skogafoss (primera foto):
En este lugar, Skogar, se encuentran también esas tres granjas con techo de césped, tan bucólicas, y tan fotografiadas. Casi casi se podría decir que son el icono del país.
Al cabo de pocos minutos llegamos a un peñasco, Dyrhólaey, con unas vistas vertiginosas al océano, y miles de frailecillos, los famosos puffins. Pero también hay fulmars y skuas, lo que pasa es que a la gente no les interesan porque "no son aves nacionales", mientras que el puffins sí.
Bajo la lluvia, proseguimos hacia el oeste. Campos y campos de lava cubiertos de musgo verde y espeso y ribeteadas de corderitos blancos...eso es lo que predomina del paisaje. Finalmente llegamos a nuestro camping, en el parque nacional de Skaftafell, al pie de gran glaciar de Vatnajökull.
Plantamos la tienda sobre mojado, cenamos bajo un tendido, y nos metemos en el saco con el ruido de la lluvia martilleando la lona del techo. Fuera no hay noche. Es lo que tiene el ártico en verano.
El tour comienza por la zona sur de la isla, dirección Selfoss. Es agosto, pero la temperatura no sobrepasa los 15º, más bien se queda sobre los 10º durante la mayor parte del viaje, y con lluvia casi todos los días. Ya me lo dijeron: aquí hay que venir en Junio.
La parte sur de la isla es como un gran delta, con infinidad de riachuelos y meandros que tratan desesperadamente de llegar al mar. Es sorprendente que exista una carretera estable por aquí.
De vez en cuando el bus hace una parada: normalmente se trata de una cascada. Una de los cientos que veremos a lo largo del viaje. Primero es la de Seljalandsfoss (abajo) y luego la de Skogafoss (primera foto):
En este lugar, Skogar, se encuentran también esas tres granjas con techo de césped, tan bucólicas, y tan fotografiadas. Casi casi se podría decir que son el icono del país.
Al cabo de pocos minutos llegamos a un peñasco, Dyrhólaey, con unas vistas vertiginosas al océano, y miles de frailecillos, los famosos puffins. Pero también hay fulmars y skuas, lo que pasa es que a la gente no les interesan porque "no son aves nacionales", mientras que el puffins sí.
Bajo la lluvia, proseguimos hacia el oeste. Campos y campos de lava cubiertos de musgo verde y espeso y ribeteadas de corderitos blancos...eso es lo que predomina del paisaje. Finalmente llegamos a nuestro camping, en el parque nacional de Skaftafell, al pie de gran glaciar de Vatnajökull.
Plantamos la tienda sobre mojado, cenamos bajo un tendido, y nos metemos en el saco con el ruido de la lluvia martilleando la lona del techo. Fuera no hay noche. Es lo que tiene el ártico en verano.
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