Berunes, Islandia. Tras la espectacular visita a Jokursalon proseguimos nuestra vuelta a la isla en dirección contraria a las agujas del reloj. Hacemos una parada en la localidad portuaria de Höfn para comer. En su manso y protegido puerto los pescadores recogen las redes tras faenar un día más en el Atlántico.
Nuestro trayecto prosigue por lugares con vistas espectaculares. Por suerte hace buen tiempo y el sol luce esplendoroso. En nuestra ruta por la costa hacemos un alto en Hvalnes, con sus cuatro cabañitas que parecen sacadas de un cuento (foto de entrada).
Al llegar a nuestro campamento, en Berunes, plantamos la tienda frente al impresionante cuadro de fondo que ofrece el fiordo de Berufjiordur. Hoy, hasta se puede decir que el sol calienta un poco. ¡Qué gusto poder estar tranquilamente afuera un rato, tomando una cerveza!
Al día siguiente comenzamos nuestro periplo por el interior del país partiendo de Egilsstadir, por carreteras no asfaltadas, hasta el volcán Askja. Una larga caminata nos conduce hasta su caldera que alberga un gran lago de 220 m de profundidad. Hace un tiempo horrible.
El día acaba en un hostal de Reykjahlio, a orillas del gran lago Myvatn, plagado de pequeñas moscas. Claro, como no podía ser de otra manera: en islandés Myvatn quiere decir “lago de las pequeñas moscas”... y no es broma.
Nuestro trayecto prosigue por lugares con vistas espectaculares. Por suerte hace buen tiempo y el sol luce esplendoroso. En nuestra ruta por la costa hacemos un alto en Hvalnes, con sus cuatro cabañitas que parecen sacadas de un cuento (foto de entrada).
Al llegar a nuestro campamento, en Berunes, plantamos la tienda frente al impresionante cuadro de fondo que ofrece el fiordo de Berufjiordur. Hoy, hasta se puede decir que el sol calienta un poco. ¡Qué gusto poder estar tranquilamente afuera un rato, tomando una cerveza!
Al día siguiente comenzamos nuestro periplo por el interior del país partiendo de Egilsstadir, por carreteras no asfaltadas, hasta el volcán Askja. Una larga caminata nos conduce hasta su caldera que alberga un gran lago de 220 m de profundidad. Hace un tiempo horrible.
El día acaba en un hostal de Reykjahlio, a orillas del gran lago Myvatn, plagado de pequeñas moscas. Claro, como no podía ser de otra manera: en islandés Myvatn quiere decir “lago de las pequeñas moscas”... y no es broma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario